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El 2024 se vislumbra como un año de dolorosas repeticiones. Si en el 2023 uno de cada seis ciudadanos en el mundo ha estado expuesto a una guerra, lo que se avecina será semejante.
Por Lina María Múnera Gutiérrez - muneralina66@gmail.com
Imposible mirar de frente al 2024 sin tener el retrovisor puesto en este 2023 que ya termina. Empezando por la palabra que escogió FundéuRAE, la Fundación del Español Urgente de la Real Academia Española, como el término del año: polarización. Es innegable que seguirá siendo protagonista durante todo el 2024, especialmente en la política, sobre todo si se piensa que este año será crucial ya que 4.000 millones de personas, es decir, el 51% de la población mundial tendrá la posibilidad de votar en distintas elecciones. Ya sabemos cómo están de radicalizadas las posturas y de crispado el ambiente.
El 2024 se vislumbra como un año de dolorosas repeticiones. Si en el 2023 uno de cada seis ciudadanos en el mundo ha estado expuesto a una guerra, lo que se avecina será semejante. La vieja Europa y Oriente próximo continuarán enfrascados en sendas guerras. De todas las que están en activo, esas son las que más nos tocan, no solo el alma, sino también el bolsillo por las consecuencias directas que han tenido y tendrán en la economía mundial.
Israel y Gaza no lograrán solucionar nada aunque en algún momento se termine la confrontación. La paz continuará siendo inalcanzable así se acalle el ruido de las armas porque su historia ha demostrado una y otra vez que viven en un alto al fuego temporal que solo los conduce a desatar su ira una y otra vez. Las salvajadas de los terroristas motivan venganzas bíblicas y así la espiral no hace más que aumentar. Ocurrió a finales de este año y seguirá igual en el 2024 mientras la bomba de relojería de Cisjordania apresura su tic tac.
Existe otra posible repetición que se vuelve cada vez más real y que produce cuando menos inquietud. La elecciones de Estados Unidos en noviembre nos harán revivir la pesadilla de ver al candidato autócrata que puso a tambalear la democracia de su país cuando fue presidente, con todas las papeletas para volver a jugar a ser un dictadorzuelo. Ahora lo ha dicho de frente, que si llega a ganar quiere ser dictador por un día, sólo un día. Tiempo más que suficiente para sembrar el caos a su alrededor. Nadie como Donald S. Trump ha sabido capitalizar la polarización social y sacar de ella beneficios políticos y económicos. Acusado a lo largo del 2023 ha sumado 91 cargos y cuatro imputaciones penales, una condena civil por abuso sexual y difamación y además fue hallado culpable de fraude económico. Es un funambulista de tal nivel que este 2024 caminará sin que nada le tiemble por una cuerda invisible que se extiende para él entre la cárcel y la Casa Blanca. Y tendrá a Ucrania y Rusia pendientes de quién puede ser el vencedor de esa guerra que tanto impacto ha generado según él gane o pierda la carrera a la presidencia estadounidense.
De la repetición no se salva ni la novedosa Inteligencia Artificial. Si este año nos mostró cómo puede plagiar sin límites a cualquier autor —que lo diga el New York Times que acaba de demandar a OpenAI y Microsoft por usar sus contenidos violando su propiedad intelectual—, para el 2024 nos demostrará claramente que si no se establece un control sobre las multinacionales tecnológicas, estas van a decidir por nosotros en función de sus intereses económicos.
¿No es esta la repetición de la repetidera?