viernes
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Recuerdo que tres compañeros del colegio pastelearon en un examen como si no hubiera mañana. Dos de ellos se pegaron burdamente de las respuestas de uno de los juiciosos del salón. A los días, el profesor los llamó. Múltiples coincidencias solo atribuibles a un acto divino, de esos que no pasan, menos en octavo grado de colegio.
-¿Qué hacemos?-
-A negarlo todo, hasta la muerte-.
-Estudiamos juntos. De ahí nos pegamos-.
El profesor puso los tres exámenes sobre una mesa y las glándulas sudoríparas trabajaron a doble esfuerzo.
-Esta respuesta... igual aquí, aquí y aquí-.
-Esta otra... igual, igual, igual-.
-¿Algo para decir? Profe, estudiamos juntos-.
-Los felicito... pero no entiendo por qué aquí, aquí y aquí, está el mismo error de ortografía-.
Lapidario. Los tres estudiantes terminaron con una risa vergonzante. La farsa no daba para más y hasta ahí llegó la negación a muerte.
Algo así sucede con los líderes de las Farc que tienen el vicio de negar el reclutamiento de menores durante sus años de barbarie. La congresista del partido Farc, Griselda Lobo, alias Sandra Ramírez, retomó esa actitud negacionista que han tenido sobre el tema. La verdad sobre el reclutamiento de niños y niñas ya está dicha. Las pruebas documentales imposibilitan negar lo evidente.
Recuerdo un video en el que el “Mono Jojoy” le dice a un grupo de recién reclutados “bebecitos”. ¡Hasta la misma Sandra Ramírez entró a la guerrilla siendo menor de edad (dice que entró a los 17 años)!
Aldair Charry es exmovilizado de las Farc. Hoy tiene 23 años y se dedica al cultivo de café en Planadas, Tolima. Hace un tiempo, le contó a El Tiempo que entró a la guerrilla de nueve años. -¿A usted le dieron un arma?-, le preguntaron. -¡No!, era muy pequeño...fue a los once porque ahí sí era más grande-
¿Infancia, inocencia? Nada de eso existió para 8.701 menores guerrilleros, según documentó en 2018, con lujo de detalles, el Centro Nacional de Memoria Histórica, documento resultado de una investigación profunda sobre la sistematicidad de los actores del conflicto para incorporar menores de edad.
Suena solapado ese argumento de que los menores llegaron a la guerrilla voluntariamente. ¡Como si un fusil cerquita le permitiera al libre albedrío tomar la mejor decisión! Hombre, tanta negación solo tiene un interés: protegerse jurídica y políticamente, pues corren procesos en la Justicia Especial para la Paz y, a futuro, el tema puede llegar a la Corte Penal Internacional. Pero tanto va el agua al cántaro que se rompe... como con el error de ortografía del examen.
Las Farc se desmovilizaron hace cuatro años. La posibilidad de participar políticamente en la sociedad quedó servida y se les ha respetado. El reto sigue siendo grande y se espera de ellos seriedad y respeto, especialmente con las víctimas, pues a punta de negación, no podrán tapar el sol con las manos.