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Colombia herida de muerte

hace 17 horas
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  • Colombia herida de muerte

Por Natalia Zuluaga Rivera - nataliaprocentro@gmail.com

Nada justifica la violencia, nada justifica que las diferencias políticas, las ideas que tal vez no sean las nuestras, se resuelvan con sangre y muerte. Por qué nos cuesta tanto entender que el terror y la violencia no pueden ser el camino para construir la paz. ¿Por qué es tan difícil respetar las diferencias en un país que se hace llamar democrático?

No olvidemos que Colombia logró superar la peor guerra vivida en su historia. Entre 1989 y 1990, Colombia lideraba la lista de los países más peligrosos del mundo y, en su época electoral, fueron asesinados tres candidatos presidenciales: Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro. Como lo dijo en ese entonces el presidente Virgilio Barco, “La muerte de Galán: fue un atentando contra la democracia colombiana”.

Hoy, 35 años después, cuando pensábamos que la violencia política y el terror que vivimos en aquella época del narcotráfico habían sido superados, volvemos a ver a Colombia como un país inviable. El atentado contra Miguel Uribe Turbay es también un atentando contra la democracia del país, el mismo que hoy viene retrocediendo en temas de orden público, salud, economía y seguridad. Con un proyecto de paz total que no logra convencer siquiera a los actores que se encuentran sentados en la mesa y con un comisionado de paz ausente que no muestra resultados en las negociaciones.

Este atentado, que nos ha dolido a todos, independientemente del partido político o de las ideas que defendamos, deberá ser un motivo para unirnos como país, un motivo para abandonar el discurso violento y el insulto al opositor. Por el bien del país, por el bien de cada uno, necesitamos empezar a respetar la diferencia, a desescalar la violencia a partir del lenguaje, a escuchar, a dialogar sin tener que maltratar o herir con las palabras.

Si seguimos en el discurso del odio, que nos aleja cada vez más de la paz, este país volverá a estar sumido en el terror y la guerra de los 90. Como dice Lorena Salazar: “A perder se empieza, también, desde la palabra”. Así que empecemos a ganar, a ganar desde la palabra, construyendo y no destruyendo al otro.

Colombia está herida de muerte, pero aún podemos salvarla. Y si bien estamos siendo gobernados por un presidente que busca imponer sus ideas a como dé lugar, en este momento difícil para el país yo quiero invitarlo para que asuma un discurso basado en el respeto y el perdón, que se acoja a los principios rectores que rigen el Estado social de derecho, que recuerde que el Principio de separación de poderes busca precisamente que el ejercicio del poder sea distribuido entre los órganos (legislativo, ejecutivo y judicial) para que actúen con autonomía e independencia. Recordándole señor presidente que, este principio, previene el abuso de autoridad y la arbitrariedad que puede surgir de la concentración de poderes en un solo órgano del Estado.

Seguir insistiendo con firmar un decreto para convocar a una consulta popular, cuando ya hay una votación desfavorable por mayoría del Senado, es seguir alimentando la violencia y la guerra en un país dividido y amenazado en su orden público. Demuéstrele al pueblo que, por la paz de Colombia, usted es capaz de dejar a un lado el ego y aceptar la voluntad del Senado, que es también la voluntad del pueblo que lo eligió.

¡Fuerza Colombia!

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