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Columnistas | PUBLICADO EL 25 noviembre 2020

Mujeres: única revolución triunfante

Por arturo guerreroarturoguerreror@gmail.com

Si hay una revolución triunfante, es la de las mujeres. Las más sonadas desde el XVIII han derivado en terror, campos de trabajo forzado, eternidad de los caudillos, ruina económica. La Revolución Francesa, la Soviética, la Cubana, se impusieron con armas letales que terminaron matando libertad y vida.

La de las mujeres fue distinta. En setenta años, sin guillotinas, escuadrones ni paredones, abolió un régimen de por lo menos cuatro milenios. Desde mediados del XX, sus líderes prendieron la antorcha de la paridad con los hombres, y a fuerza de demostrar sus razones consiguieron dar a luz un mundo nuevo.

No porque hoy la opresión contra ellas haya desaparecido del planeta. Más bien porque este planeta de furias hoy es un globo radicalmente distinto. Las niñas nacidas desde hace cuarenta años pertenecen a una humanidad irreconocible. Llegaron inoculadas de rebelión contra la opresión del patriarcado.

La de las mujeres, así, es una revolución que sembró en los genes. Su tarea no se desperdició en la formación de partidos políticos corruptibles, mucho menos en la preparación de combatientes adoradores de la muerte y el martirio. Al contrario, palearon hondo, y parieron hijas como solo ellas lo saben hacer.

Por eso su tarea ha sido fecunda. Originaron proles femeninas que ven la luz sin necesidad de haber sido adoctrinadas ni carnetizadas. Les basta brotar, darse cuenta de la mayor injusticia histórica e insurreccionarse desde las tripas.

Civilizaciones, filosofías, religiones, ritos de tribus aborígenes, mitologías, el completo arsenal simbólico que solidificó la superioridad de los hombres a costa de las mujeres, son hoy rechazadas de raíz. La victoria femenina consistió justamente en dar germinación a un nuevo tipo de ser humano.

Nunca nadie había presentido tal conmoción igualitaria. El predominio masculino se había impuesto a continuación de las lejanas sociedades matriarcales, y la realidad se volvió terreno de los hombres. La revolución de las mujeres viene a causar una mutación copernicana.

La tierra no es plana. El género dominante no es el masculino. He aquí la proporción del alzamiento de ellas. Leyes, pensamiento, costumbres, moral, canciones, lenguaje, y claro, el amor, este conjunto de artes y sabidurías se amoldará pronto al punto de vista femenino..

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