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“Me mataron muchacho, me mataron”. Fue lo último que dijo el indígena Manuel Tumiñá, después de que las balas de la guerrilla le perforaran su cuerpo. Antes, Daniel Colcué, otro miembro de la guardia indígena había caído abatido por los mismos guerrilleros. Ellos lo único que buscaban era quitar una valla de la guerrilla en la que se conmemoraba el tercer aniversario de la muerte de “Alfonso Cano”.
Los tiros que los mataron podrían haber sido recibidos por cualquier colombiano con derecho a rechazar...
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