viernes
0 y 6
0 y 6
Por Natalia Zuluaga Rivera
6:50 a. m. y entrevisto al cuarto detenido de los siete asignados para defender ante el juez de garantías. Entra a la oficina del piso 25 del Palacio de Justicia una joven de 27 años con heridas en la cara y el cuello, una mujer hermosa; su rostro refleja degradación por la calle, el abuso y las drogas.
“Me llamo Marleny, tengo seis hijos y estoy embarazada, soy trabajadora sexual; por las mañanas estoy por la Oriental, cantando la salida de buses de Campo Valdés. Anoche me cogieron con diez papeletas de perico, por eso estoy acá. Todas las noches me meto la bomba pa’ poder trabajar y aguantar; las heridas me las hicieron dos ancianos que intentaron matarme, eso fue hace días... no pasó nada”.
Ignoramos cuántas mujeres en Medellín se dedican a la prostitución. Marleny es una de las tantas que vemos en las calles, explotadas sexualmente, arriesgando su vida todas las noches para llevar comida a casa.
Cuando una mujer ofrece su cuerpo a un desconocido, este cree que puede hacer lo que quiera con la mercancía, que tiene derecho a hacer lo que quiera, a estas mujeres les meten botellas plásticas, lápices, alimentos... hasta matarlas, como si fueran un desechable que, una vez usado, se bota a la basura.
Una mujer que se dedica a la prostitución tiene 40 % más probabilidades de ser asesinada que otra que no se decida a ello.
Actualmente, uno de los mayores problemas que tiene Medellín es la trata de personas, que alimenta el negocio de la prostitución. El parque Lleras es conocido por los extranjeros como la zona donde niñas desde los 14 años se pavonean y se ofrecen para satisfacer sus deseos sexuales, y este negocio hace parte de una red criminal de microtráfico de drogas que blinda y hace más difícil el control de las autoridades.
Medellín superó a Cartagena en la trata de personas con fines de explotación sexual; vienen niñas de pueblos y ciudades vecinas; niñas, niños y jóvenes venezolanos que son “acogidos” con el único fin de explotación sexual.
Me preocupa que en Medellín no haya voluntad política para mitigar el problema. La inactividad de las autoridades ha normalizado el asunto y ese panorama de la adolescente bajando por la 10 con el extranjero que la toma del brazo es normal para todos, incluso para agentes de policía que prefieren no inmiscuirse.
Tomemos consciencia del problema. La prostitución se alimenta de la trata de personas y la trata de personas con fines de explotación sexual es delito en Colombia; acá lo normalizamos y esto va en crecimiento. Si no ponemos freno, el negocio de microtráfico ligado a la prostitución nos consumirá a todos y no será fácil acabarlo.
La única forma de iniciar un control real del problema es el rechazo social; no podemos seguir permitiendo la escena de nuestros niños y niñas de la mano de extranjeros ni tenerla como algo normal que hace parte del paisaje de la ciudad de la eterna primavera.
Habitantes, nos estamos equivocando. Así no se construye la Medellín futuro.
Marleny obtuvo la libertad ese mismo día; la droga portada apenas superaba la dosis personal, se acreditó su consumo habitual y que no era para tráfico