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Cepeda colaborará con Petro quien necesita un sucesor que mantenga vivo su relato, oculte su fracaso, pero sobre todo que le garantice impunidad.
Por María Clara Posada Caicedo - @MaclaPosada
Algo que disfruto cuando se empieza a sentir la tensión del ambiente electoral, es la predictología. Tal vez por una fascinación que siempre he tenido por el suspenso, me gusta acercarme a los juegos políticos y con algo de recelo, un poco de olfato, y seguro muchas coincidencias, leer cuáles son los intereses que se tejen por debajo y quiénes, los que realmente están moviendo los hilos. Mi máxima, como reza el slogan de mi revista favorita, Piensa mal y acertarás.
Inspirada por la foto de Arthur Brand, el detective que investiga el robo del siglo en el Louvre, en charla con un amigo, quisimos escudriñar en la Consulta del domingo, que, como es obvio, va mucho más allá de escoger al candidato del petrismo. Aquí les propongo, para ser despedazada, la teoría resultante.
Gustavo Petro, conociendo la realidad de su debacle, diseñó la estrategia de elegir candidato del Pacto Histórico antes de las elecciones de marzo con tres propósitos: demostrar fuerza artificial en medio del desgaste de su gobierno, hacerse a unos millones de la reposición y abrirle camino a su candidata ideal, María José Pizarro.
No era una elección interna cualquiera, sino un intento de revivir el mito del M-19. Ese relato que el petrismo ha usado para construir una épica política sobre un pasado que en realidad estuvo marcado por la violencia, arrogancia y el irrespeto a instituciones. Con María José, Petro podía mantener viva esa narrativa: la de la rebeldía justificada con los supuestos “redentores” del pueblo. Podía usar, una vez más, la espada de Bolívar como símbolo de un sueño revolucionario inconcluso y rodearse de nombres como Carlos Pizarro, Bateman o Almarales, presentándolos como héroes románticos en lugar de lo que fueron: protagonistas de una época trágica.
Pero lo propio del plan es que falle. El CNE impidió que María José fuera candidata y la jugada se derrumbó. De los nueve precandidatos del Pacto, la contienda terminó reducida a un duelo entre Carolina Corcho e Iván Cepeda. Con todas las maquinarias del gobierno alineadas con el segundo, el libreto está escrito. La consulta es solo un ritual para confirmar al elegido del Palacio.
Pero Petro no abandona su obsesión. María José sigue siendo su apuesta personal, la figura que encarna su nostalgia revolucionaria. Tarde o temprano intentará devolverla al primer plano y más ahora que la UP y el Partido Comunista renunciaron a la consulta. Es con ella que puede seguir explotando la mitología del M-19 y envolver su proyecto político en un ropaje de romanticismo y sacrificio. Y así lo hará.
Que no se haga ilusiones Roy. Petro no confía en él, como tampoco confía nadie. Su historial de lealtades cambiantes lo condena. Le espera la misma suerte de Quintero, quien se retiró de la consulta con una excusa ridícula cuando entendió que lo iban a usar y a dejar por fuera en favor de Cepeda, pero, todo hay que decirlo, ladrón que roba a ladrón, merece 100 años de perdón.
En el fondo, lo que presenciamos no es una competencia democrática sino una representación política cuidadosamente guionizada. Cepeda colaborará con Petro quien necesita un sucesor que mantenga vivo su relato, oculte su fracaso de gobierno detrás de falsa épica, pero sobre todo que le garantice impunidad. Esa es Maria José.
Amanecerá y veremos..