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Columnistas | PUBLICADO EL 21 enero 2021

Los últimos días de Trump en la Presidencia

Por JORGE RAMOSredaccion@elcolombiano.com.co

Este es el último artículo que escribo con Donald Trump como presidente. Y hay, lo reconozco, un cierto orgullo y satisfacción por haber sobrevivido su fatídica, divisiva y racista presidencia.

Confesión: como periodista quería resistir, informar y denunciar sus mentiras e insultos hasta que él se fuera. Al final, Trump perdió, se va en desgracia y nosotros nos quedamos.

Fui de los primeros en denunciar su peligrosidad para la democracia y para la libertad de prensa –luego de que él llamara “violadores” a los inmigrantes mexicanos y me expulsara de una conferencia de prensa en agosto de 2015– y hay una especie de reivindicación al confirmar, al final de su mandato, que no estábamos exagerando. Al contrario.

Trump se comportó como un bully y un caudillo. Hizo todo lo posible para cambiar el resultado de las pasadas elecciones presidenciales, que perdió ampliamente frente a Joe Biden. En una llamada con funcionarios republicanos de Georgia, les pidió que “encontraran 11.780 votos” que le faltaban para ganar ese estado. Los funcionarios, a pesar de las amenazas presidenciales, no le hicieron caso.

Trump también empujó a sus seguidores a realizar una rebelión antidemocrática. Cinco personas murieron luego de que una turba invadió el Capitolio el pasado 6 de enero. Y todo ocurrió luego que ese mismo día Trump les pidiera a miles de sus simpatizantes, durante un evento frente a la Casa Blanca, que “marcharan hacia el Capitolio”. Y les dio la razón para hacerlo: “Porque nunca van a recuperar su país si son débiles”.

Usar la fuerza para mantenerse en el poder y negar los resultados legales de una elección es lo que en América Latina llamamos un “intento de golpe de Estado”, con tres importantes diferencias: ese intento fracasó en Estados Unidos y nunca tuvo la participación de los militares ni el apoyo de las cortes. Trump pasará a la historia como el único presidente de Estados Unidos en haber enfrentado dos veces un proceso de destitución. El último y gravísimo cargo es por “incitación a la insurrección”.

Trump pasó sus últimas semanas jugando golf, promoviendo sus falsas teorías de conspiración y, como reportó ABC News, en un período de al menos nueve días no tuvo ningún evento público. Esto en medio de una pandemia que les ha costado la vida a más de 380 mil estadounidenses.

Trump, irónicamente, quería quedarse cuatro años más en un trabajo que descuidó y que no parece gustarle.

Uno de los golpes más fuertes a la capacidad de Trump de transmitir sus mentiras y mensajes fue la decisión de Twitter, Facebook e Instagram de suspender sus cuentas en redes sociales. Pero urge que aclaren sus políticas de participación. Por ejemplo ¿por qué se expulsa a @realDonaldTrump y no a un dictador como @NicolasMaduro acusado por Naciones Unidas de crímenes contra la hum anidad?

Los periodistas, en cambio, no podemos ni debemos censurar nunca. Ni a Trump ni a nadie. Pero sí tenemos la obligación de indicar y denunciar inmediatamente cuando un presidente o político incita a la violencia o ataca a la democracia. Si habla Trump, AMLO, Uribe, Maduro u Ortega tenemos que cubrirlo. Pero no estamos aquí solo para repetir lo que dicen líderes y dictadores. Y menos si mienten o desinforman. Nuestro trabajo es cuestionarlos, no ser una simple grabadora.

Los 147 congresistas y senadores republicanos que se opusieron a reconocer el resultado de las elecciones presidenciales tendrán que explicar durante toda su carrera por qué hicieron algo tan antidemocrático. ¿Qué es lo que dice de ti cuando justificas y defiendes a un tipo tramposo que intenta un autogolpe? Y no son solo los políticos. ¿Cuántos de los 74 millones de personas que votaron por Trump se creen sus mentiras y aprueban sus peligrosos desplantes autoritarios? Esto sugiere que habrá trumpismo sin Trump.

Trump deja un legado de racismo, división, violencia y autoritarismo.

¡Sobrevivimos a Trump! Y lo digo con un largo respiro de alivio. Como si hubiéramos salido de una guerra. Ahora nos toca a todos asegurarnos que este trauma nunca más se vuelva a repetir

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