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Columnistas | PUBLICADO EL 13 enero 2023

Los sobrinos

En el universo que vamos construyendo mis sobrinos y yo tenemos en común un palo de aguacates donde vamos a leer o simplemente le damos vuelta, un negocio de gallinas del cual soy inversionista y las idas a la biblioteca.

Por Diego Aristizábal Múnera
- desdeelcuarto@gmail.com

Yo no me imaginé que pudiera sentir tanto amor por eso que la RAE define tan funcionalmente: “Hijo del hermano de una persona”. Casi me resulta desconocido el significado, me enredo con la precisión y frialdad de la academia; y digamos que está bien, los académicos no construyen día a día un diccionario de emociones, además, a veces, las palabras deben ser redefinidas desde la experiencia individual.

Siempre he creído que deben existir diccionarios para todo, para que nos entendamos como sociedad; y diccionarios particulares, que pueden estar cargados de sentimientos muy precisos y distintos, anacrónicos o desconcertantes, extraños o improbables. Claro que tampoco me gustaría caer en esos exaltados lugares comunes que uno encuentra en Google al digitar: “Sobrinos”, ahí fluyen manuales, frases manidas que, así se piensen, cuando se escriben se leen mal. Yo no me veo diciéndoles a mis sobrinos: “así no sean mis hijos, los quiero como si lo fueran”, “seré cómplice de sus aventuras”, “abogado ante los padres”, NO, yo soy un aprendiz en esto de ser tío, y ya, y la verdad me siento muy cómodo, porque cuando estoy con mis sobrinos, en lo que más pienso, es que tenerlos justificó mi vida. Seguramente algunos pensarán que yo también estoy construyendo mi propia sarta de lugares comunes. Así que no importa, cada quién con sus cursilerías, que de ellas también está hecha la viña del señor.

Entonces, ¿cómo definiría yo ‘sobrino’? Le doy vueltas y vueltas pero me abstengo de compartir en esta columna lo que se me ha ocurrido, solo sé que en el universo que vamos construyendo mis sobrinos y yo tenemos en común un palo de aguacates donde vamos a leer o simplemente le damos vuelta, un negocio de gallinas del cual soy inversionista, las idas a la biblioteca, los libros que siempre nos acompañan, las figuras que armamos con las nubes y su relación con los sueños de Pedro, los paseos en Vespa por la vereda que le gustan tanto a Jacobo, lo mucho que me han enseñado sobre los dinosaurios, los pokemones, los legos, el abrazo largo del encuentro.

Esta semana, que Pedro me pidió que me acostara con él mientras se dormía, y Jacobo estaba en la cama del lado con mi hermano, sentí que volvía a la vieja casa donde crecí y me sentí muy feliz. Mi hermano cerca, mis dos sobrinos, los movimientos de todos antes de dormirnos, lo bueno de ser la familia que somos y al lado el tamaño menudo de mis sobrinos, esa piel suave, los suspiros y una vocecita que dice de repente: tío te amo, que duermas bien. Mejor dicho, tener sobrinos es mejor que leer, con eso les digo todo.

Diego Aristizábal

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