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“El idealismo aumenta en proporción directa a la distancia del problema”. John Galswhorty
En una sociedad configurándose con ciudadanos insaciables en derechos pero reacios a pagar por ellos porque es más fácil exigirlos por la fuerza, obstruyendo los derechos de otros, quemando lo que los que sí trabajan han conseguido, o explotándole un ojo al policía que intente impedirlo; vemos a estos “congénitamente merecidos” ser alentados por quienes aspiran llegar al poder, pero nunca han respondido por nada. Estos embaucadores se desgarran las vestiduras, mientras son candidatos, por las acciones legales de las fuerzas de seguridad del Estado, que según ellos son abusos.
Pero cuando por desgracia llegan al poder y tienen que enfrentar la realidad, las limitaciones presupuestales y de recursos, ser responsables por primera vez por algo y lidiar con antisociales que solo quieren ver arder el mundo, entonces terminan haciendo lo mismo que antes les criticaban a sus predecesores. ¿A cuántos mamertos, tibios y progres tenemos que oír decir en medio de su delirante idealismo comunistoide, que las fuerzas militares y de seguridad son instrumentos de opresión y deben neutralizarse? Ya vimos a la alcaldesa capitalina, supuesta adalid de los pobres que se amarra bien sus pantalones con cinturones Hermes, ser salvada por el ESMAD, que tanta alergia le provocaba hace semanas. ¿Cómo nos cambia la vida no?
No son pocos los que siendo presidentes y con responsabilidades reales, combaten el narcotráfico, pero convertidos en expresidentes, sin tener que responder por nada y con ganas de verse “progresistas”, dicen que hay que legalizar la droga. ¿Qué cómodo no?
¿A cuántos jovencitos que solo han sudado en los baños turcos del club y no le han dado una palada a la tierra en su vida, adoctrinados por profesores mamertos, los oímos despotricar de la Seguridad Democrática del gobierno Uribe, sin saber que sin ella seguramente serían huérfanos y pobres por culpa de los que ahora ellos dicen que deben ser congresistas y quedar impunes sus delitos y abusos sexuales a menores de edad? Pero ¡ay! que los atraquen y les roben su celular para verlos exigiendo rabiosamente la presencia y acción pronta de los cuerpos de seguridad del Estado. ¿Qué cómodo no?
¿A cuántos comunistas de caviar que se esfuerzan por ser vistos como defensores de los pobres, oímos despotricar del capitalismo y las fuerzas del mercado? Pero ¡ay! que les vayan a expropiar sus bienes a precios no fijados por el mercado o les intervengan sus cuentas bancarias en París. ¿Qué “cool” es ser tibio no?
¿A cuántos empresarios que ya no los secuestran en sus fincas de recreo y la guerra está otra vez lejos de ellos después de la Seguridad Democrática tenemos que aguantar decirnos a quienes no confundimos el apaciguamiento con la paz, que hay que “voltear la página”, no “polarizar más” ni ser “guerrerista”, y dejar impunes a quien incumpla la ley? ¿Qué cómoda es la complicidad no?.