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Hay historias desconocidas y personajes relevantes a quienes, por no saber de su existencia, les quedamos debiendo un justo reconocimiento. Para la muestra, don Samuel Bernal (1900-1982) y sus hijos Manuel J., Alejandro, Suso y Juan Alberto, entre otros.
Pero desenrollemos la madeja: Samuel Bernal, de los bernales de La Ceja, fue un campesino pobre y “patiancho”, que anduvo treinta años a pie limpio por caminos y pedregales en su vida como agricultor, que a duras penas sabía leer, escribir y algunas operaciones matemáticas básicas. Pero la música le llegó en el ADN, vía abuelo. Con apenas once años comenzó a tocar tiple, lira y guitarra y con dos amigos conformó un trío musical con el que amenizaban verbenas en su pueblo natal. Gracias al sacerdote del pueblo conoció un armonio y, con las dotes extraordinarias que tenía para la música, aprendió a tocar de oído piezas conocidas. El sacerdote lo invitó a tocar el armonio de la iglesia y, de ñapa, le costeó clases con el maestro José María Bravo Márquez. Samuel tenía que caminar “apenas” ocho kilómetros para ir e igual distancia para devolverse hasta su casa ya entrada la noche. ¡Hablemos de perseverancia y disciplina!
Sus dedos, gruesos y toscos por las labores del campo, eran un impedimento para la agilidad musical que exigía la partitura. Pero el golpe de gracia casi se lo dan sus pies, pues para aprender a tocar el órgano tubular el maestro Jaime Santamaría Vasco le exigió usar zapatos, para que pudiera coordinar los bajos del pedalero. ¡Oh, suplicio! ¡Y, oh, dineral el que tuvo que gastar de su jornal en este lujo que la música le exigía!
Fue director de banda y maestro. Les enseñó a sus dirigidos a tocar instrumentos que él no conocía. Aprendió a leer en italiano y en latín, y a escribir en papel pautado para enseñarles las obras a los miembros del coro. Compuso valses, marchas, pasillos y pasodobles. A sus hijos les enseñó solfeo, bases para la interpretación magistral del armonio y del órgano tubular, dirección y arreglos para grupos musicales.
Manuel J. (1924-2004) fue el más reconocido de los vástagos Bernal, un prodigio que empezó a destellar a los seis años. Compuso innumerables piezas musicales, incluido el jingle navideño más famoso de Colombia: “De año nuevo y navidad...”. Fue reconocido por su labor en la divulgación de la música nacional a través de la radio, por su seriedad y por su modestia, pese a que fue un artista de renombre internacional y embajador cultural del país ante el mundo.
Aviso parroquial: Puestos en contexto, los amantes de nuestra rica música colombiana tienen una cita en el 4.° Festival de Música Andina Colombiana Manuel J. Bernal, en La Ceja, Antioquia, entre el 30 de septiembre y el 4 de octubre próximos. Pueden pasear por el parque lineal Samuel Bernal mientras disfrutan bambucos, pasillos y guabinas. ¡Todos cordialmente invitados!