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Columnistas | PUBLICADO EL 26 julio 2021

Lo que vi en Yosemite fue devastador

Por Susannah Meadows

Recientemente visité el Parque Nacional Yosemite (California) después de décadas de estar por fuera. En 1993, pasé un verano allí como practicante de guardabosques y llegué a conocer y amar profundamente el parque. En este reciente viaje, vi su transformación debida al cambio climático. Fue devastador.

Al entrar al parque desde el sur, miré hacia las montañas que parecían salpicadas de gigantes palillos carbonizados. El incendio de Ferguson de 2018 había diezmado este bosque que alguna vez fue magnífico.

Otros árboles estaban muriendo, víctimas de infestaciones de insectos instigados por temperaturas más cálidas e inviernos más suaves. Las cascadas eran patéticos mechones en el viento, apenas sombras de las colas de caballo blancas y exuberantes que se derramaban durante el verano que viví allí.

Los incendios forestales, la muerte de árboles y las cascadas decrecientes son sucesos naturales. Pero estos problemas se ven agravados por el cambio climático, según el Servicio de Parques Nacionales.

Con el empeoramiento del calor no se puede disfrutar tanto estar allí. La costa Oeste está siendo golpeada por esos tres primos horribles, la sequía, el calor y los incendios forestales.

Los dos últimos glaciares de Yosemite se están deshaciendo rápidamente. Lo más probable es que desaparezcan en unas pocas décadas, amenazando el suministro de agua de verano y otoño en estas montañas. Para cuando lo visité en la primera semana de julio, algunos de los arroyos en las tierras altas, de los que dependen tanto los animales como los mochileros, ya estaban secos.

La evidencia del calentamiento de nuestro planeta está a nuestro alrededor. Pero muchos de nosotros hemos podido consolarnos, aunque solo sea un poco, con el conocimiento de que las consecuencias más catastróficas aún están lejos, que pueden prevenirse. Quizás la naturaleza gradual del empeoramiento de las condiciones que vemos todos los días nos ha adormecido hacia un sentido de complacencia.

Lo que vi en Yosemite se siente como una llamada de atención que llegó demasiado tarde.

El parque es un tesoro internacional, un sitio de Patrimonio Mundial de la Unesco, y el cambio climático lo está destruyendo. Si ni siquiera podemos proteger las tierras protegidas, ¿qué pasa con los objetivos más vulnerables de la catástrofe climática, como las personas que nos importan?

Alejandro Strong, filósofo ambiental que fundó Apeiron Expeditions para guiar a las personas en viajes por la naturaleza, me dijo después de que regresé a casa: “Es una reminiscencia de ese momento en el que un hijo adulto comienza a tener la experiencia con sus padres no sólo como un cuidador, sino como personas que están empezando a necesitar cuidados”.

Hablamos de los trascendentalistas. “Emerson, Thoreau, Fuller: sus relatos de la naturaleza dicen que es perfecta”, dijo el Dr. Strong. “Irías y aprenderías de este maestro ilimitado. La naturaleza era pura verdad. Ofrecía acceso al infinito, un sustituto de Dios”. Yosemite puesto de rodillas muestra lo ingenuo que fue pensar eso.

Lo hemos tenido al revés todo el tiempo. La naturaleza nunca fue invencible, y lo sabemos porque hemos podido hacerle mucho daño, dice el Dr. Strong. Debido a que tuvimos un largo período de estabilidad hasta hace poco, pensamos que la naturaleza era todopoderosa, que estaría aquí para siempre.

Fui a Yosemite con mi hijo Beau, de 13 años. Quería presentarle un lugar del que he hablado durante toda su vida. Es un entusiasta del senderismo que escala montañas pequeñas en los parques estatales fuera de la ciudad de Nueva York. Supuse que era hora de descrestarlo. No esperaba dejar a Yosemite escribiendo una especie de obituario.

Ese primer vistazo que Beau tuvo del valle, sus colosales paredes de granito pulido enfrentadas entre sí, fue sin embargo increíble. Yosemite aún no ha terminado. Había visto muchas fotos de esa vista, pero dijo: “No tenía idea de que sería tan bonito”.

Lo que no vio, porque no había estado allí antes, fue el asombroso vacío en el lado derecho de la postal. Con la capa de nieve de este año por debajo del promedio, Bridalveil Fall fue un goteo más temprano en el año de lo que hubiera sido antes. Ojalá hubiera tenido la oportunidad de verlo como era antes

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