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Era un secreto a voces que ahora se ha convertido en escándalo. Los másters en las universidades del Reino Unido se han convertido en un juego de intereses económicos en el que lo último que importa es la educación. Prácticamente, cualquier estudiante extranjero que demuestre que tiene recursos económicos es aceptado, aun cuando sus calificaciones y exámenes no sean los mejores o peor aún, su nivel de inglés sea limitado, por no decir insuficiente.
Algunas universidades inglesas están en crisis financiera y se han vuelto dependientes de estudiantes extranjeros que pagan sumas de dinero exorbitantes para tener un título que en sus países de origen se supone que les dará más oportunidades y cierto prestigio. Pero en este juego de necesidades, ni las instituciones cumplen con su misión educativa, ni los estudiantes regresan con nuevos conocimientos.
Primero, porque algunas instituciones están pasando por alto las habilidades lingüísticas de los candidatos que se presentan, llegando a convertir las clases en una especie de torre de Babel en la que los profesores explican sus materias y los estudiantes, hasta un 70% de ellos, no entienden ni mu. A veces, para poder contestar a preguntas sencillas, deben sacar los traductores de sus teléfonos, con lo cual la dinámica del aula se ve entorpecida.
Luego está el asunto de las tareas y los ensayos. ¿Si no entienden en clase, cómo pueden investigar y escribir un texto académico? Lo que se ha destapado no es nuevo, pero sí abrumador. En los colegios y universidades por los que hemos pasado muchos siempre había un compañero dispuesto a vender su capacidad de análisis y un vago presto a pagar por ello. Pero eran casos exóticos.
Ahora resulta que en este mercadillo de másters ingleses al parecer la mayoría de los estudiantes pagan a otros, no solo para que les hagan los trabajos del curso, sino también para que registren su asistencia a las clases por ellos. Algunos recurren a empresas de redacción de ensayos o, cada vez más, a la Inteligencia Artificial (IA). Cualquiera de esos métodos es superior a los software antiplagio que usan los profesores universitarios, con lo cual el absurdo se apodera del ambiente académico.
Se estima que para el periodo 2025-26, el 72% de las universidades en el Reino Unido podrían estar gastando más dinero del que ingresan. Los datos que se tienen, solo en Inglaterra, indican que 7 de cada 10 estudiantes que cursan estudios de máster son extranjeros. Y la realidad es que los estudiantes internacionales están subsidiando a los estudiantes nacionales.
La cuota de matrícula universitaria para estos últimos tiene un límite de $12.000 dólares, mientras que a un extranjero se le puede cobrar tanto como esté dispuesto a pagar, con lo cual un máster en una universidad de élite puede llegar a costar US$63.300 dólares.
¿Qué va a quedar de todo esto? Pues una devaluación de los títulos de máster. Y lo más triste es que esto ni le importa a los que estudian, que luego regresarán con un papel que dice que saben algo que en realidad desconocen, ni tampoco a quienes supuestamente se encargan de impartir conocimiento.
