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Fue un 7 de agosto cuando se pudo dar el grito pleno de independencia, que más de 200 años después no han podido pronunciar nuestros líderes porque los están asesinando sin que se haga mucho por detenerlo.
Andrés Chica, en Tierralta (Córdoba), relata que “ocho veces me ha tocado salir corriendo para salvaguardar la vida, con mi familia a cuestas, rabia, impotencia y dolor por el destierro apeñuscado en la garganta, sollozando entre lágrimas de berraquera”.
Lo dijo al diario El Tiempo. “Te vas acostumbrando a no tener una vida social común y corriente, a tener siempre un bolso con unas mudas de ropa y los papeles importantes por si toca salir corriendo en cualquier momento”, comentó.
¿No duele? Es que no se tiene vida. Los matan. Colombia encabezó este año la lista de líderes ambientales asesinados en el mundo, 64, de acuerdo con la ONG Global Witness. Se opusieron al uso de sus tierras o a actividades en contra del medio ambiente.
A casi nadie le importa. Ni al gobierno, que ni se pronuncia y mantiene un silencio que se convierte en complicidad-
Estos ciudadanos, que luchan por sus comunidades necesitadas y relegadas (no los líderes empresariales que bien gozan de todos los privilegios) son vitales para la organización de los grupos donde viven, regados por toda la geografía. Buscan la recuperación de tierras usurpadas, se oponen a proyectos mineros y agrícolas nocivos, promueven actividades para mejorar la economía y el modo de vida local, ayudan a la sustitución de cultivos ilícitos y se oponen a la violación de los derechos humanos. Tienen clara la defensa de su territorio y su gente, y eso los hace objetivo de actores armados con frecuencia respaldados por intereses económicos y voces oficiales que los señalan y acusan de oponerse al “progreso”.
Es un ataque sistemático. Desde la firma del Acuerdo de Paz han asesinado más de 450, un poco más de la mitad en este gobierno. E igual número de comunidades han quedado temerosas o a merced de las manos asesinas.
Pero ¿importa? Algo debían, dijeron ciertos funcionarios del gobierno en su momento. Y se justifica. O no se entiende el papel de un líder. Tal vez porque es capaz de luchar por su gente lo consideran “revoltoso”, “comunista” o guerrillero.
Los están matando y no ha habido virus que lo contenga. Y 200 años después, quienes velan por sus comunidades no han podido pegar su grito de independencia.
Maullido: están enfermando a la gente en el Aburrá impidiéndole hacer ejercicio.