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Muy al margen del balance claroscuro por los primeros cien días del nuevo cuatrienio y de las intervenciones hiperbólicas e idealistas del presidente Petro en Egipto y Francia, pasó como noticia burlesca el convenio que firmaron las alcaldías de Manizales, Pereira y Santa Rosa de Cabal con el embajador del Estado, país, nación o reino de Liberlandia, que no es tan utópico ni fantasioso como quisieron ridiculizarlo en algunos medios periodísticos.
Cuando Edison ingenió la luz eléctrica dijeron que era pura brujería del Mago de Menlo Park. A Tesla se le ocurrió el automóvil eléctrico y lo calificaron de enajenado mental. Al inventarse la internet muy pocos aceptaban que fuera mucho más que un instrumento militar o una herramienta de experimentación universitaria. La lista de logros humanos es larguísima. Viene desde la rueda, la creación del fuego, etcétera. La imprenta de Gutenberg fue catalogada como cosa inútil porque sólo una minoría privilegiada sabía leer y para qué los libros. La telegrafía, el teléfono, la radio y la televisión fueron, en cada momento, instrumentos reservados a gomosos. Modestia aparte, sólo dos o tres amigos nos creían cuando propusimos hace un cuarto de siglo la formalización de estudios superiores de periodismo electrónico, porque ese encarrete no tenía futuro.
Pero la internet ha seguido ensanchándose, instituyéndose, incorporándose a nuestras vidas, como todos los inventos. Y dentro de la red de redes se acomodan numerosas innovaciones, como el metaverso, es decir lo que hay más allá del universo conocido, hijo de la realidad virtual. ¿Con qué justificación se les niega el derecho a refugiarse en otro mundo a quienes prefieran alabar la vida retirada, como cibernautas conectados con espacios, tiempos e interlocutores virtuales? ¿Acaso es ilícito volverse misántropo, cusumbosolo? ¿Quién dijo que no puedan fundarse nuevas naciones, así constituyan versiones próximas a la utopía, como sucede con Liberlandia, o Liberland, república balcánica libre y constitucional de 7.3 kilómetros cuadrados, entre Croacia y Serbia, donde manda como presidente un señor Vit Jedlicka, se negocia con bitcoins, se iza bandera propia, se cultiva un escudo y se canta un himno nacional?
Liberlandia puede ser un país de facto, pero tiene los tres elementos constitutivos del Estado, el territorio, la población y el poder. Es un país, como van a empezar a aparecer muchos más (por ejemplo Somalilandia) gracias a la realidad virtual del metaverso. El derecho internacional está lleno de lagunas. No hay doctrina ni jurisprudencia para admitir estados como Liberlandia, inventados por soñadores, visionarios, tipos ingeniosos, incluso chiflados, que se le han anticipado a la misma historia. Fueron un poco abusivos y disparatados los colegas que se burlaron de los alcaldes de tres pueblos que hablaron con el extraño embajador Thompson de Liberlandia. No deberían caricaturizar un fenómeno geopolítico del cual habrá que hablar con seriedad en el futuro que llega. Peor que burlarse de un naciente país tan insólito es descuidar otro que va dejando de ser real y estaría desmantelándose. .