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El triple filtro

15 de febrero de 2025
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Por Lewis Acuña - @LewisAcunaA

Te ha pasado, ¿verdad? Alguien dice algo, quizá un comentario ambiguo o una crítica disfrazada de consejo, y de pronto no puedes dejar de pensar en ello. Se queda dando vueltas y vueltas en tu cabeza, copándola de un ruido innecesario y fastidioso, como si fueran los gritos en un megáfono mientras vas por la calle. ¿Lo dijo en serio? ¿Por qué lo hizo? ¿Habré hecho algo mal?, te preguntas. Y así comienza el desgaste.

Sócrates, el filósofo, lo tenía claro. Alguna vez, cuando uno de sus discípulos llegó corriendo y anticipándole que tenía algo que contarle de un amigo, lo frenó con una simple pregunta: “¿Estás seguro de que lo que vas a decirme es verdad?”. El discípulo se quedó callado, dudando. Sócrates insistió: “Entonces, dime, ¿es algo bueno?”. De nuevo, silencio. Y finalmente lanzó la tercera pregunta: “¿Es útil para mí saberlo?”. Sin ninguna respuesta afirmativa, Sócrates lo miró y concluyó: “Si no es verdadero, ni bueno, ni útil, no necesito saberlo”. No es una solo una lección sobre amistad, es un filtro que deberías usar con tus pensamientos. Especialmente esos que aparecen cuando alguien te dice algo que no puedes comprobar y dejas que esas palabras entren a tu mente sin cuestionarlas.

Lo primero que debes preguntarte es: ¿Esto es verdad? No lo que temes, no lo que imaginas, sino lo que puedes confirmar con hechos. Muchas veces, lo que alimenta tu ansiedad no es la realidad, sino lo que interpretas de ella. Aprende esto. Si no tienes pruebas, no necesitas reaccionar. Este filtro es como una pausa que le das a tu mente para que no se ahogue en suposiciones.

El segundo filtro, la bondad, te invita a reflexionar sobre lo que eliges repetirte incesantemente en tu diálogo interno. Piénsalo. ¿Cuántas veces te hablas a ti mismo con dureza? Te dices cosas como “No soy suficiente” o “Seguro que los demás están criticándome”. ¿Lo harías con alguien que amas? Si no, ¿por qué lo haces contigo? Pregúntate: ¿Esto que me digo me hace bien? Ser bondadoso contigo mismo no es un acto de indulgencia sino de cuidado. Y luego está la utilidad, el tercer filtro.

Esta es una de las preguntas más poderosas que puedes hacerte: ¿Me sirve pensar esto? Cuando empiezas a cuestionar si tus preocupaciones aportan algo valioso, muchas de ellas se desvanecen. No todas, pero sí la mayoría. Y como en la memoria de tu celular, cada vez que liberas espacio de lo que no necesitas, creas y dispones espacio para lo que realmente importa.

No puedes controlar lo que los demás dicen o hacen, pero sí puedes decidir qué entra y qué se queda en tu mente. Y no todo merece ese espacio. Aplicar el Triple Filtro no te hará invulnerable, pero sí más libre. Prométete algo. La próxima vez que un pensamiento comience a rondarte, detente y respóndete: ¿Es verdad? ¿Es bueno? ¿Es útil?.

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