Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
La campaña presidencial para el año 2026 comenzó en medio de falta de garantías y seguridad para los precandidatos, lo cual tiene a Miguel Uribe entre la vida y la muerte. Esta carrera presidencial se adelantará en medio de zonas vedadas por los fiascos de una “paz total” mal concebida y negociada, en medio de una polarización encabezada por las bodegas del presidente, que llaman a la lucha de clases, a desconocer nuestra democracia y a la Constitución del 91. Como si fuera poco, el evento de Petro y Quintero en la Alpujarra es “un acto que desdibuja los límites entre Estado y crimen...y envía un mensaje demoledor” escribió en X el experto en crimen y organizaciones Santiago Tobón. Será pues una campaña con graves limitaciones por razones de seguridad que afecta a otros participantes como lo denunció David Luna. Además, es una campaña desigual en términos de financiación dado que el gobierno ha levantado la regla fiscal y aumentado el gasto en funcionamiento para incidir a su favor.
Lo anterior favorece la estrategia de la izquierda y de la derecha: marchitar al centro para llevar al país a un inconveniente escenario único de un extremo o del otro. La multiplicidad de precandidatos favorece dicha maniobra, así como partidos políticos dispuestos a transar principios fundamentales de la democracia por altos cargos y burocracia.
Para evitar ese escenario se requiere visión, liderazgo, sacrificios, menos ego, pensar ante todo en el futuro de la democracia y de una Nación que, en medio de grandes dificultades, logró años atrás acordar una nueva Constitución basada en el principio de un Estado social de derecho. Para ello es necesario construir un gran acuerdo entre esos múltiples precandidatos y fuerzas políticas, tal como han comenzado a construir el Nuevo Liberalismo, Mira y Dignidad y Compromiso, que permita, antes de las elecciones de marzo, tener un candidato único, unas bases programáticas que conduzcan a un amplio respaldo para un centro renovado que construya a partir de las exigencias del mundo y de la experiencia del primer gobierno de izquierda. Algunos proponen un acuerdo del centro después de las elecciones parlamentarias, con el riesgo de no lograr mayorías frente a una izquierda liderada ideológicamente y respaldada presupuestalmente por Petro, o frente a una derecha liderada por un discurso cercano a Trump que ahonda la polarización. Esto también exige que ese acuerdo priorice la lucha contra la pobreza, la desigualdad, el hambre y la informalidad, el desarrollo rural integral y un mayor desarrollo humano, todo esto expresado como un nuevo “contrato social” en el que los ciudadanos aportan de acuerdo con sus capacidades, incluyendo las élites tradicionales, quienes tienen que incluir nuevas expresiones democráticas y a los desencantados con la democracia.
Llegó la hora de la grandeza y, más que nunca, de un nuevo liderazgo que reivindique el centro. Ojalá lideres como Humberto de la Calle, Sergio Fajardo, Claudia López, Iván Marulanda entre otros se la jueguen ya por evitar ese oscuro, mafioso y antidemocrático panorama que quiere imponer Petro con sus lacayos y charlatanes Benedetti y Saad.
