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Columnistas | PUBLICADO EL 21 septiembre 2021

Las sandeces de Delcy

Por humberto monterohmontero@larazon.es

Hay clubes a los que hay que pertenecer si se quiere llegar a algo en vida. Ser socio del Casino de Saint Tropez, del Club Bilderberg —que reúne periódicamente a algo más de un centenar de las más influyentes personalidades del mundo— o del neoyorquino The Core está al alcance de muy pocos. Incluso, si me apuran, merece la pena pagar una fortuna por la membresía en el Real Madrid, que se traspasa padres a hijos como un título nobiliario. Se me notan los colores, lo sé. Pertenecer a la Unión Europea, surgida de un club de magnates del carbón y el acero, te facilita mucho la vida, aunque haya algunos para quienes —como los británicos— no sea suficientemente exclusivo desde que entraron polacos, rumanos y búlgaros.

Sin embargo, hay otros que es mejor evitar. Es el caso de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que ha celebrado su VI Cumbre en México, con el aval de China y el espectáculo montado por Maduro y sus secuaces, entre ellos la Nicaragua del cacique Ortega, que ha arremetido contra la Argentina “kirchnerista” por vaya usted a saber qué vainas.

Ante el “show” desplegado por los de siempre, el presidente colombiano decidió escabullirse sin estrépito. Aplaudo la medida porque cuando los locos se hacen con el control del tinglado es mejor dejarles montar su manicomio. A la vicepresidenta de Venezuela, la inefable Delcy Rodríguez, no debió sentarle demasiado bien y arremetió contra Colombia, a la que acusó de “salir huyendo” de la juerga del pasado sábado.

“¡Colombia sale huyendo de la Celac y está más aislada que nunca en su guerrerismo! ¡Iván Duque fracasó y ya es historia pasada! Venezuela seguirá brillando con altura junto al presidente Nicolás Maduro”, publicó la pobre Delcy en Twitter. Lo de “pobre” va con sorna, por cierto, porque lleva unos cuantos años saqueando. Suponemos que, mientras escribía, le salían espumarajos por la boca al recolocarse el embudo en la cabeza.

La “número dos” del gobierno venezolano respondía así a la declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores, que el sábado rechazó la participación del presidente venezolano, Nicolás Maduro. En realidad, no cabía otra posibilidad, ya que si el Gobierno no reconoce el “poder de facto que ejerce Nicolás Maduro en Venezuela como resultado de la elección presidencial del 20 de mayo de 2018, viciada por la ausencia de garantías a la oposición y por el fraude”, difícilmente podía admitir la presencia del tramposo en jefe.

Por eso, no estaba de más recordar al resto de socios de la Celac que Maduro se ha apartado de “los principios democráticos, el respeto de las libertades ciudadanas y observancia de los derechos humanos a sus ciudadanos, desconociendo, además, la grave crisis humanitaria en la que se encuentra el pueblo venezolano”.

Algún día, quiera Dios que cuanto antes para darle por fin estabilidad a un continente que lo tiene todo para liderar el mundo —desde una lengua común hasta talento ingente y recursos naturales por doquier—, se logrará que la Celac sea el embrión de la Unión Iberoamericana, algo similar a lo que por estos lares logramos los europeos con un batiburrillo de lenguas y países enemistados desde el principio de los tiempos.

Pero eso será cuando países como Venezuela y Cuba se recompongan del mayor expolio cometido nunca. Confiemos que no haya que esperar a que las ranas críen pelo. Sobre todo, por los hermanos de allá. Y por no aguantar más sandeces de Delcy

Humberto Montero

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