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Gustavo Petro no me aguanta un asalto. Dialécticamente hablando, claro está. Por mucho giro al centro que trate de vender, los ocho millones de votos que sacó en segunda vuelta en 2018 no le van a servir porque la gente no es tonta. Todos ustedes saben de qué pie cojea cada uno de los candidatos que asoman a las presidenciales de 2022. Y Petro es rehén de sus viejas amistades, de sus políticas y de la hemeroteca. En más de una ocasión, ha tratado de zafarse de la impopular sombra chavista asegurando que él representa el socialismo del siglo XXI, mientras Chávez y su sucesor representan el del siglo XX. Está escrito por todas partes y registrado hasta la extenuación. Así que Petro admite representar el socialismo, la más anuladora ideología del individuo que existe. Y como muestra de que no me aguanta un “round”, pongámonos en una hipótesis que desnuda y escarnece el socialismo de un plumazo.
Supongamos que solo existieran dos países en la Tierra: Corea del Norte y Corea del Sur. Estoy seguro de que nadie en su sano juicio elegiría vivir al norte del paralelo 38 por muy socialista o comunista que se declare. Raritos siempre hay, claro está. Pero me juego lo que quieran a que Petro no optaría por Pyongyang y se iría de cabeza a Seúl, y no solo porque el clima es más benigno, algo a tener muy en cuenta.
Y es que la historia nos lo dice todo. Por no retrotraernos a las dos alemanias partidas por el muro, por Cuba o Venezuela analicemos con detenimiento por qué Petro renegaría de todas sus añejas convicciones izquierdistas para abrazar el capitalismo sin titubeos. En 1948, cuando surgen ambos países, el norte de la Península de Corea era de lejos la parte más industrial y desarrollada mientras el sur era pobre y agrícola. De hecho, fue el Norte el que lanzó la invasión del sur en 1950 en una guerra que duró tres años y en la que, por cierto, participaron unos 5.000 soldados colombianos, con un saldo de más de un centenar de bajas.
Al término de la guerra, Corea del Sur era el segundo país del mundo con menor PIB per cápita, cuarenta años después ingresaba en la OCDE como país desarrollado. Eso sí es una revolución y no lo que se vivía al otro lado de la zona desmilitarizada. Es cierto que el llamado "milagro del río Han", por el cauce que atraviesa Seúl, se cimentó bajo una dictadura militar hoy replicada por China, pero también lo es que en la década de los 80 del pasado siglo recuperó la democracia liberal con plenas garantías, mientras que en el norte seguían bajo un régimen familiar despótico y en el limbo del día de la marmota.
En la década de 1970, el país invirtió en instalaciones de la industria química y pesada, logrando establecer así las bases para la exportación. En los 80, ya era una referencia tecnológica, aún superada por Japón, Taiwán, Singapur y Hong Kong. En los 90, sus marcas comenzaban a despuntar, aunque todavía representaban una tercera o cuarta gama. Pero con perseverancia, sus empresas dieron el salto definitivo con el cambio de siglo. Así, las exportaciones de Corea del Sur, que apenas llegaban a los 32 millones de dólares en 1960, sobrepasaron los 10.000 millones de en 1977, y rondaron los 605.000 millones en 2018. En consecuencia, el PIB per cápita pasó de 67 dólares en 1953, cuando se fundó la primera república, a los 31.349 en 2018.
Mientras, en el norte aún está prohibido volar comentas, sabe Dios por qué, el sarcasmo, viajar, navegar por internet, vestir "jeans", elegir el corte de pelo y siguen despertándose a toque de sirena. Y solo hay un coche por cada 1.000 habitantes. Así, ¿quién va a ser el bobo que defienda el socialismo?