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Por Jaime Alejandro Urrego*
jurrego12@me.com
La covid-19 puso de manifiesto que las condiciones sociales y económicas de los colombianos no eran las mejores. Si bien en la última década se ha hecho un avance significativo tanto en la pobreza monetaria (40.8 % en 2012 a 35.7 % en 2019), como desigualdad (0.539 en 2012 a 0.526 en 2019), la pandemia encontró a cerca del 36 % de la población en la pobreza, 61 % de la población en la informalidad laboral y con una desigualdad que seguía siendo muy alta.
La gestión de la pandemia exacerbó dichas condiciones económicas. Por un lado, se estima que la población pobre del país se puede incrementar en más de 2 millones de personas al cierre de 2020 (Fedesarrollo, 2020). Por otro, el desigual acceso a servicios como internet mostró que 47 % de los hogares no tenían acceso para estudiar o para trabajar. Lo cual supone un impacto importante en la deserción escolar y una pérdida de 2.4 millones de empleos en 2020.
Desde que tocó fondo la pandemia el Gobierno ha diseñado toda clase de instrumentos de política para mitigar los efectos. Las transferencias monetarias a la población vulnerable y pobre lograron contener los aumentos en pobreza monetaria y extrema (Fedesarrollo, 2020). Con lo cual casi el 89 % de dicha población tuvo ayuda del Gobierno el año pasado. Así mismo, los subsidios a la nómina a través del PAEF protegieron 3.2 millones empleos (Policy in focus. Vol 19. Issue 1, 2021).
Si bien pronósticos de recuperación económica son prometedores (según el Banco Mundial el PIB crecerá 5 % en 2021), los beneficios de esta pueden resultar ser desiguales si no se piensa en seguir protegiendo en el mediano y largo plazo a la población más vulnerable, dándole las herramientas y formación suficiente para la pospandemia.
El esfuerzo fiscal del Gobierno por mantener la nueva política social de un ingreso básico es fundamental. Reducir la brecha digital expuesta en la pandemia es perentorio. La alternancia educativa y la aceleración de uso de tecnología son claves. La deserción escolar y las pérdidas en términos de capital humano seguirán siendo altas si no se pone a los niños, niñas y adolescentes primero. La formalización y capacitación de los trabajadores informales y con menor formación educativa es urgente dados los nuevos desafíos tecnológicos de la pospandemia. No se puede dejar a nadie atrás
* Economista, magíster en Economía y magíster en Administración Pública de London School of Economics. Los comentarios no comprometen a la institución en la que trabajo.