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Columnistas | PUBLICADO EL 26 diciembre 2022

La radio cronoeduca y algo más

Por Por JUAN JOSÉ GARCÍA POSADA- juanjogp@une.net.co

Mientras no se oiga en el receptor la voz que anuncie el instante de las doce campanadas que marcan el año nuevo, es como si el tiempo se hubiera detenido. Si la radio no ha dado la orden, con su poder cronorregidor, la expectativa se mantiene en la millonaria audiencia. Lo mismo pasa en los días y horas de rutina. Si alguien no ha dado la hora exacta desde el micrófono, hasta el dictamen del mejor reloj queda en suspenso. Tal es, sin un segundo más ni uno menos, la importancia superlativa de la radio. La capacidad para regular la vida colectiva. Sus cronomandatos son irrefutables. Algo parecido sucede con el semáforo, maestro de ética y comportamiento ciudadano conviviente.

El medio radiofónico aporta entonces lecciones continuas de puntualidad, de cumplimiento, porque enseña a marcarnos la hora exacta. Sin embargo, la tendencia acrática puede causar efectos contrarios. No hay radio que ayude a poner los relojes si hasta el mismo Presidente incumple citas y esgrime cualquier excusa para explicar su impuntualidad. De igual modo, no hay red semafórica suficiente cuando esa misma indisciplina contagiosa ocasiona la violación de normas elementales de sentido común como las que regulan la movilidad. De ahí que la radio pueda ser buena, regular o mala, de acuerdo con su capacidad magisterial para el buen manejo del tiempo. Radio mala, estridente, ofensiva, es la que impone la llamada música parrandera a cualquier hora, con los consabidos excesos de guasquería, procacidad, sentido malicioso y versos vulgares. Radio regular es la del medio. Y es buena la radio que se hace en las emisoras culturales y en las comerciales en que se realiza un periodismo responsable, independiente, plural y respetuoso de las diferencias entre los oyentes.

Buena radio, como la que se fundó hará noventa años, en 1933, cuando nació la de la Universidad de Antioquia, primera emisora cultural en Colombia. O como Radio Bolivariana. O como se esfuerzan por producir en la Radio Nacional de Colombia, que se oye en todo el país con una programación que entretiene y educa, así a veces haya tendencia a propagar más los aires musicales y literarios costeños. Como noctívago empedernido me formé desde la infancia gracias a la compañía permanente de la buena radio, en la que además empecé a hacerme como periodista. Buena radio que no solo me pone a tiempo, me da la hora, sino que, sobre todo, me permite cultivar el oído, el buen gusto musical, la predilección por las voces bien timbradas, claras y expresivas, de impecable dicción, del buen decir en todo sentido.

Salvo por las mañanas de buen periodismo, la radio en Colombia ha perdido mucho. La voz ya no es condición primordial. Y carece de la imaginación, la versatilidad, el magnetismo de las emisoras que escucho por internet, de España, Japón, Alemania, Rusia, Argentina... a lo largo de las noches de vigilia. La radio cronoeduca y mucho más.

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