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En un mundo volcado en buscar soluciones a los problemas existenciales más profundos como la crisis climática, la pobreza y la desigualdad, la ciencia debería ocupar uno de los primeros renglones de inversión en cualquier país que se tome en serio esta tarea.
Por Mauricio Molano Quiroz - opinion@elcolombiano.com.co
“Vivimos una época en la que a menudo se juzga a los líderes más por la estridencia de su retórica y el color de su política que por el éxito de sus medidas políticas. Sobre todo, en el mundo en desarrollo, demasiadas personas se han ido a la cama por la noche con los oídos llenos pero el estómago vacío” Richard Nixon.
En el libro Liderazgo de Henry Kissinger, se explora la vida personal y política de seis estrategas mundiales, entre los que quisiera destacar, la vida y obra de Lee Kuan Yew, el líder que transformó a Singapur en menos de dos décadas y que deja para el mundo grandes lecciones de liderazgo y enfoque en aquello que realmente puede cambiar para bien la vida de las personas y generar prosperidad para los países.
Si bien, la frase inicial corresponde a Richard Nixon, esta se presenta como una manera de resaltar el pragmatismo de líderes como Lee, quien logró enfocarse en resultados más allá de ideologías y que a pesar de la fuerte influencia de la China comunista, la dependencia hídrica de su vecino Malasia y la diversidad de su pueblo, logró llevar a este Estado – nación a ser uno de los territorios más prósperos del planeta, generando grandes cambios en relativamente poco tiempo.
La política latinoamericana parece estar en una incesante crisis que, por momentos, no parece tener un punto de quiebre en un futuro cercano, por lo menos mientras no existan disrupciones en la manera como los ciudadanos y los políticos ven la política. El populismo y los discursos “veintejulieros” no han sido superados y seguimos siendo víctimas de malos gobernantes y malas ideas, quedando a merced de sus embelecos ideológicos. Hoy Colombia lo vive y cada vez se siente más el peso de poner la ideología por encima de los hechos, de lo que le sirve a la gente, de lo útil. De aquello que puede dar prosperidad y bienestar a las naciones.
La pregunta que deberíamos hacer a nuestros líderes es ¿qué es lo útil para Colombia? Parece existir casi un consenso técnico y científico que indica que las reformas propuestas por el gobierno Petro, en especial las reformas a la salud, pensional y laboral, están lejos de ser lo que necesita el país, parece ser claro que no son lo útil para el objetivo de mejorar las condiciones de vida de los colombianos, por el contrario, parecen prometer un retroceso que afectará primero como siempre a los mas vulnerables, a esos que el gobierno prometió proteger.
En un mundo volcado en buscar soluciones a los problemas existenciales más profundos como la crisis climática, la pobreza y la desigualdad, la ciencia debería ocupar uno de los primeros renglones de inversión en cualquier país que se tome en serio esta tarea, pues es a través de la ciencia y la investigación que podemos llegar a ser mas productivos y eficientes en el uso de los recursos, allí están las políticas de lo útil, de lo que le sirve al mundo, lo que soluciona problemas. Ese debería ser el camino, sin embargo, en “la potencia mundial de la vida” se cree poder solucionar todo por decreto, mientras la ciencia muere y con ella la esperanza de verdaderos cambios.