viernes
0 y 6
0 y 6
Por Emilia Restrepo Gómez* - redaccion@elcolombiano.com.co
Ayer 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se conmemoró su lucha por abrirse campo en la sociedad, en pie de igualdad con los hombres. La celebración se creó en 1910 durante la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas por moción de la líder feminista Clara Zetkin, y más de ciento diez años después, el esfuerzo por participar y construir sociedad en igualdad de condiciones con los hombres continúa.
Es cierto que es nuestro deber impulsar aún más el liderazgo femenino, para potenciar el crecimiento social y económico que tenemos como país. Las investigaciones del Centro de Estudios en Gobierno Corporativo del Cesa evidencian que el desempeño de las mujeres a nivel financiero, innovación, transparencia corporativa, sostenibilidad, reputación y construcción de relaciones apropiadas con los diferentes grupos de interés impacta positivamente el desempeño financiero de una empresa. Así mismo, está demostrado que los emprendimientos con equipos más diversos en términos de género acceden con mayor facilidad a fuentes de financiación.
Otro dato adicional, el 70 % del consumo del mundo lo deciden mujeres, pero solo el 3 % de las organizaciones productivas son presididas por ellas.
Según el ranquin Par, de equidad de género en las organizaciones, realizado por Aequales, en los niveles medios de la jerarquía organizacional, la brecha de género es prácticamente inexistente; en algunos casos llega a ser inferior al 10 %. Sin embargo, en los cargos de alta dirección es distinto. Los hombres aún dominan las posiciones de liderazgo. El 80 % de los cargos gerenciales y de presidencia son ocupados por hombres y actualmente solo el 16,9 % de los miembros de las juntas directivas de doscientas grandes empresas de capital cerrado del país son mujeres, y entre más grande es la compañía, menor es su participación.
Sin embargo, más allá de la paridad, quiero, más bien, enfatizar en la necesidad de garantizar equipos diversos en género, visiones, culturas, generaciones y saberes.
En el Encuentro de Mujeres en Juntas Directivas celebrado en Cartagena en diciembre pasado, la presidente del Consejo Privado de Competitividad, Ana Fernanda Maiguashca, nos recordada, muy acertadamente, que quizás le estábamos poniendo una carga pesadísima a la paridad, que no es necesariamente la inclusión.
Y es que cuando se pone la paridad como una meta incuestionable, podemos estar corriendo el riesgo de dejar de escuchar todas las voces, esencialmente por poner por delante una formalidad por encima de lo cultural, que es aquella que alberga esa multiplicidad de posturas.
En conclusión, la meta no debe estar centrada exclusivamente en alcanzar la equidad de género en las posiciones de liderazgo para incrementar la solidez integral del sector empresarial. También, en garantizar la diversidad en los equipos para aprovechar la totalidad de las capacidades y destrezas y resolver los desafíos que hoy enfrentamos. Se necesitan órganos de gobierno corporativo diversos, con la capacidad de discutir la estrategia y los retos desde diferentes perspectivas enriquecedoras y que inviten a la reflexión, para tomar decisiones sonoras en favor de las empresas y, en consecuencia, de la sociedad