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Columnistas | PUBLICADO EL 07 noviembre 2021

La importancia de un museo

Por David Escobar Arango*david.escobar@comfama.com.co

Querido Gabriel,

Esta semana fuimos al Museo de Antioquia a visitar en primicia el mural “Escena con jinete” de Fernando Botero, recién trasladado** desde el antiguo edificio del Banco Central Hipotecario y que servirá como telón de fondo para la celebración de los 140 años de esta institución cultural. Recorrimos, con María del Rosario Escobar, su directora, la exposición Cielo / Infierno / Purgatorio: una mirada crítica a la idiosincrasia antioqueña.

En la sala me encontré frente al retrato del antepasado mítico, con sus ojos pequeños y boca de Mona Lisa, el prohombre que se volvió estatua, el bisabuelo de mi abuela, que acariciaba su fotografía en las mañanas cuando creía que nadie la estaba mirando. Sentí como si me cayera un rayo, comprendí algo que jamás habría siquiera visto de no ser por el Museo. En ese contexto de consciencia y reflexión, dejé de verlo con admiración reverencial. Gracias a esta provocadora experiencia, me di cuenta de que el hombre que he admirado por décadas es también uno de los símbolos de aquello que debemos transformar de Antioquia: la idea del progreso que desprecia la naturaleza, la religión sin espiritualidad, la violencia normalizada, el patriarcado solapado y el racismo inaudito. Allí “maté” simbólicamente al héroe familiar y, a través suyo, cuestioné unas facetas anacrónicas de mi propia cultura. Luego de una tarde de museo, comprendí mejor nuestra historia, soy más libre y responsable: ¡estoy jodido!, en el mejor sentido de la palabra.

¿Hacemos una tertulia sobre los museos, hablamos de nuestro Museo de Antioquia, de la urgente necesidad de seguir contando con él, ahora y siempre?

Las funciones más antiguas de los museos son inspirar las artes y preservar la memoria, que eran las responsabilidades de las musas, deidades que le heredaron el nombre. El de Antioquia encarna muy bien estas dos tareas. Depositario de la más grande donación artística que haya recibido institución alguna en estas tierras, desata la imaginación del público y alienta a los artistas que, al visitarlo, descubren que no están solos, que hay quienes valoran su trabajo, desde el maestro Botero, pasando por la amplia lista de instituciones públicas y privadas que lo apoyan y su equipo, profesional e idealista. Por otro lado, al recorrer nuestro museo de la ciudad, con su estructura de exhibición, basada en problemas o preguntas, aprendemos del pasado y del presente de eso que llamamos ser antioqueños, nos miramos al espejo, como debe uno mirarse al espejo, sin acomplejarnos, pero sin mentirnos. “Los museos de verdad son los sitios en los que el tiempo se transforma en espacio”, como escribió Pamuk, en “El museo de la inocencia”.

En ese sentido, un museo es necesario, sobre todo, porque nos hace preguntas difíciles e incómodas, porque denuncia injusticias y nos desafía, que es una de las mejores formas de educar. ¿Quiénes somos?, ¿cómo debemos vivir?, ¿cómo funciona el mundo?, ¿por qué tal cosa, por qué tal otra, qué tal si...? Hagamos esta tertulia, apoyemos al Museo, a los buenos museos, que son espejo sincero de la sociedad que los crea, ágora para las ideas contrarias, santuario para los más vulnerables, puente para conectar a los supuestos enemigos y plataforma de conexión con el futuro. Provoquemos la conversación con esta idea de Camilo Castaño, curador de Futuro Perfecto, la exposición central de los 140 años y una celebración del poder del arte: “Tal vez el museo del porvenir pueda ser el vehículo para ayudar a intuir no uno, sino muchos futuros más optimistas de los que la gente pueda participar más allá de la representación” 

* Director de Comfama.

** Con apoyo de Comfama.

David Escobar Arango

Si quiere más información:

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