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Columnistas | PUBLICADO EL 20 diciembre 2022

La final del 2022

La alegría ajena que se contagia, la figura de un talento que nos conmueve. Todo eso se me atravesó para transformar una columna de cierre de año, en un recordatorio de lo que puede hacernos sentir este deporte.

Por Amalia Londoño Duque - amalulduque@gmail.com

Cumpliendo con la promesa de alivianar la información y sentir que podemos hablar de otros temas durante esta época, me comprometí a compartir contenidos que podrían motivar una conversación distinta con los lectores.

Sin embargo, se me atravesó la final de un mundial.

Dice Juan Villoro que “el fútbol se asemeja a la vida porque muchas de sus recompensas y muchos de sus calvarios resultan inesperados. De pronto, en la misteriosa vida cotidiana, ganas la lotería o te descubren un cálculo en el riñón. Eso no depende de tu conducta moral y sin embargo cifra tu destino”.

Yo me había distanciado del fútbol hace unos años. No voy al estadio, no soy aficionada, poco veo televisión y si me preguntan qué jugadores hay hoy en la selección Colombia, lograré nombrar tal vez unos cinco solamente.

Sin embargo, es un espectáculo lo que nos da este deporte.

El mundial entra en nuestro tiempo, en la manera de narrarnos. Yo logro ubicar en los años cosas muy íntimas que he olvidado cuándo pasaron, pero que ubico en mi memoria gracias a la fecha de un mundial. Es una referencia cronológica.

Y es que a pesar de que a mi no me generara un interés especial el fútbol, tengo un recuerdo muy vivo de las transmisiones de radio y de las laminitas del mundial.

El fútbol invita a conversar, no sobre un juego simplemente, sino sobre la vida, sobre lo que creemos que es justo, sobre lo que nos emociona y nos reúne.

Yo iba a escribir sugiriendo más contenidos para cerrar el año con buenas lecturas, pero se me atravesaron sus predicciones, la genialidad de la publicidad argentina, la conversación de quienes apasionados describen cada jugada combinada con los comentarios de quienes no entendemos mucho, pero ante semejante partido, teníamos también el corazón en la mano.

La columna hermosa de Leila Guerriero hace unos días, en la que contaba cómo sus hermanos convirtieron a su padre en la anticábala y lo mandaban a caminar durante los partidos de Argentina para que no viera el mundial. La imagen ayer de un señor caminando casi tres horas durante el partido. La idea de que había suspendido su caminata y había regresado a casa durante un par de minutos. Todo lo que nos dio esa columna, la inspiración que es el fútbol.

La alegría ajena que se contagia, la figura de un talento que nos conmueve. Todo eso se me atravesó para transformar una columna de cierre de año, en un recordatorio de lo que puede hacernos sentir este deporte. En la certeza de que el fútbol no nos da solo un juego de dos horas, sino la inspiración para que unos canten, para que los que mejor lo hacen, escriban. Para que por un momento un jugador sea más poderoso que un político.

“Y yo me quedo con esa melancolía irremediable que todos sentimos después del amor y al fin del partido” decía Eduardo Galeano.

¡Qué final!

Una gran referencia cronológica para recordar todo lo que nos trajo y todo lo que se llevó este 2022.

Amalia Londoño Duque

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