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Me parece peligroso caer en la tentación de los cantos de sirena legalizadores que hacen creer que un problema multidimensional se resuelve con una medida unidimensional.
Por Juan David Escobar Valencia - opinion@elcolombiano.com.co
He leído durante muchos años argumentos en favor de legalizar las drogas para resolver el problema, y confieso que mis limitaciones no me permiten establecer que exista una única solución; pero sí afirmo que la legalización no es la “fórmula mágica”.
Muchos dicen que como el asunto no es policivo sino de naturaleza económica, entonces deben usarse las leyes económicas para resolverlo. Sostienen que, al ser una actividad ilegal se aumenta el riesgo y por ende las ganancias, haciendo al negocio de la droga altamente rentable; y por tal motivo la solución es la legalización para reducir las ganancias y los precios de forma que los carteles narcotraficantes pierdan el poder económico y corruptor que tienen. Y de ñapa, los que están a favor de la legalización, que suelen estar del lado “progre” del espectro político y son adictos, a aumentar los impuestos, dicen que al legalizarlas el Estado cobraría impuestos y aumentaría sus rentas, lo que no deja de ser una postura inmoral e indignante.
Pero si la solución es por las leyes de la economía y del mercado, también debe recordarse que a menos que haya una anomalía de mercado, una reducción de los precios aumenta el consumo. ¿O será que a los legalizadores les interesa que haya más gente drogada, incluso niños, con tal de aumentar las rentas del Estado? ¿Acaso no han visto la plaga de tusi que inunda especialmente a nuestras escuelas públicas?
Lo que no dicen los promotores de la legalización es que esta no es la “solución mágica” y tiene graves limitaciones y consecuencias. Como su intención real no es reducir el número de drogadictos sino aumentar las rentas del Estado, no cuentan que los delincuentes siguen vendiendo drogas como antes porque tienen la ventaja de precio al no cobrar IVA, y utilizan esta ventaja para promover a los consumidores de drogas blandas al uso de drogas más fuertes y dañinas que nadie puede legalizar. La legalización de la venta de marihuana “recreativa” en Nueva York ha fracasado porque los distribuidores ilegales no se han reducido y por el contrario han aumentado. Se calcula que hay unos 8.000 dispensarios ilegales. Nueva York huele a marihuana y no se sabe si el conductor de bus o el cirujano, son ellos o están en estado “recreativo”. Pero lo más grave, aunque no se pueda medir en dólares, es que la ciudadanía considera que la Policía es incapaz e inútil, lo que es una bomba para la estabilidad y viabilidad de una sociedad.
Sé que decir esto implica que te tilden de retrógrado, pero no me da miedo decirlo, como tampoco admitir que no pretendo tener la solución. Por eso repito que me parece peligroso caer en la tentación de los cantos de sirena legalizadores que hacen creer que un problema multidimensional se resuelve con una medida unidimensional. Es una disputa idiota pensar que este problema es de seguridad “o” de salud “o” económico. ¡Pues se equivocan de conjunción, no es “o”, sino “y”!