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Por Fernando José Restrepo Escobar* - redaccion@elcolombiano.com.co

La educación que nos hace falta

El conocimiento crítico y constructivo de la realidad, y su evaluación desde los valores son dos silencios que deberían aparecer al lado de la formación de profesionales, ciudadanos y personas.

13 de junio de 2023
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Por Fernando José Restrepo Escobar* - redaccion@elcolombiano.com.co

Los obstáculos que las instituciones de educación enfrentan con los estudiantes en las aulas no siempre son propios del sistema educativo, sino que pueden tener origen variado. Hoy quiero referirme al panorama de la salud mental de los niños y jóvenes asociado por los especialistas con el efecto de la pandemia, pero que puede tener antecedentes más complejos.

Somos seres fruto de la unión de una pareja no siempre unida por amor o con la plena conciencia de saber lo que significa formar un hogar. Desde aquí, comienza la disfuncionalidad familiar y la generación de espacios familiares tóxicos que sobrecargan a nuestros hijos. En nuestro actual sistema educativo los jóvenes han sido diagnosticados con altos niveles de ansiedad, depresión, trastornos del aprendizaje, del comportamiento y una marcada tendencia hacia el consumo temprano de sustancias con alto riesgo de adicción.

Estos trastornos afectan el ánimo, la autoestima, reducen el interés por el mundo incluyendo el conocimiento, el desarrollo de las competencias personales e incluso la vida misma. Nada es lo suficientemente valioso y así, lo efímero adquiere una importancia sobrevalorada. El mañana será como se presente, sin planificarlo, no porque no se pueda, sino porque no hay esperanza para el futuro. Ante la pérdida de valor se pierde el sentido de gradación y, en consecuencia, toda opción de vida, por absurda que sea, puede ser defendible.

La falta de un acompañamiento ilustrado y responsable ha inducido la pérdida del pudor social que tuvo otrora el poder en cada persona de resguardar aquello que se consideraba privado. Endilgamos indebidamente a la tecnología la responsabilidad de atrapar a nuestros hijos en los atractivos de la red, algunos de ellos, poco dignificantes para la construcción de su personalidad. El conocimiento crítico y constructivo de la realidad, y su evaluación desde los valores son dos silencios que deberían aparecer al lado de la formación de profesionales, ciudadanos y personas.

No es posible impulsar una transformación educativa, humana y social con una juventud bajo este diagnóstico. Para ello, debemos inicialmente revisar ¿cómo llega el miedo a instalarse en la vida de una persona en formación cuando la responsabilidad no aparece todavía como capacidad de decisión plenamente autónoma o racional? ¿Dónde ha estado la familia, la escuela, la sociedad y el Estado asumiendo cada uno la alícuota de responsabilidad que le corresponde?

Todo lo anterior afecta a nuestra juventud. De manera que para hablar con propiedad y asertividad del mejoramiento de la calidad educativa será necesario ocuparse también de la calidad de vida de nuestros jóvenes. Es hora de que vayamos pensando que el compromiso educativo no va solo anclado a la formación de las capacidades y las competencias para el trabajo y la vida civil, sino que también incluye la formación del espíritu, el amor propio y la moral en la que intervienen todos los agentes sociales para llevar a cabo una verdadera transformación corresponsable del sistema educativo que necesita Colombia.

*Rector general de la Fundación

Universitaria San Martín

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Por Fernando José Restrepo Escobar* - redaccion@elcolombiano.com.co

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