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“Síndrome del esposo jubilado”, nueva enfermedad femenina

hace 8 horas
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  • “Síndrome del esposo jubilado”, nueva enfermedad femenina

Por Juan David Escobar Valencia - opinion@elcolombiano.com.co

El guionista de comedias Gene Perret dijo que: “Jubilación: Es cuando un día regresas del trabajo y dices: “Hola, cariño, estoy en casa para siempre”. Lo que no dijo es que ese “siempre”, que suena romántico y esperanzado en que “el amor que décadas atrás los unió”, aunque ahora menos fogoso y sudoroso, renazca placenteramente sin: las afugias de los horarios laborales, la necesidad de tacones altos, y la presencia de los hijos que seguramente ya abandonaron el nido, a menos que sean jóvenes petristas, tan rebeldes como parásitos; puede que no sea tan idílico y tranquilo como soñaba.

Mi hermana Ana María, una médica talentosa que vive en España, en donde se jubilan a los 65 años y la población mayor de esa edad supera el 20% y en 25 años será el 35%, nos ha contado que desde hace años llegan a su consultorio mujeres con la extraña sintomatología de una enfermedad más brutal que el ébola o la meningitis. Transcribo literalmente el diagnóstico de una de ellas: “Paciente mujer, 67 años, previamente sana, entra por sus propios medios, con la cabeza agachada, facies de angustia, casi arrastrando su bolso, aspecto descuidado, sin maquillaje, con visible pérdida de peso involuntaria, quien refiere varios meses de evolución de cansancio, astenia, pérdida de apetito, anhedonia (incapacidad para experimentar placer, disminución de interés o satisfacción en casi todas las actividades), insomnio, sentimiento de frustración, llanto ocasional. Se siente constantemente vigilada, juzgada, criticada, refiere sentir una presencia invariable que la acompaña todo el tiempo y a todos lados. Dice no poder librarse de esa especie de sombra, por lo que ha llegado a pensar en dejar su hogar y escaparse a un destino desconocido”.

¿Qué bacteria, mal congénito o adquirido, maleficio o mordedura de la Taipán del interior de Australia, provocaría tan intensas dolencias físicas y sicológicas al mismo tiempo? Pues el culpable no es ningún virus o animal salvaje. Son los síntomas de lo que mi hermana a denominado: “Síndrome del esposo jubilado”, sujeto que ahora desocupado, pregunta incesantemente y en todo lugar, incluso en el baño: ¿Con quién hablabas por teléfono? ¿Por qué se demoraron tanto? ¿Pero si hablaron ayer por qué volvió a llamar? ¿A dónde vas a salir? ¿Por qué te vas a poner ese vestido?

Estos peligrosos sujetos, amargados y que amargan más que el benzoato de denatonio, legalmente no están categorizados como acosadores, pero lo son, matan la femenina ilusión que el retiro de su amado sería la época maravillosa para reír juntos, caminar por los parques cogidos de la mano, viajar y tomarse unos vinitos caros sin remordimiento. Estos entes, antes ausentes y ahora omnipresentes, se dedican a la interventoría granular, criticando todo lo que nunca hicieron y cuestionando cómo ella barre, señalando el milímetro cuadrado en el que su esposa no quitó el polvo al sacudir, dando cátedra en el supermercado de cuáles son los tomates buenos o la papaya en su punto.

Algunas sugerencias de mi hermana: búsquele un hobby al esposo, aunque raramente funcione, salga más con sus amigas, vaya al gimnasio o yoga, invéntese recados para salir de casa y cómprele una suscripción global de fútbol al tóxico conviviente.

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