<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
Síguenos en:
x
Columnistas | PUBLICADO EL 12 julio 2021

La CIDH: guardaespaldas de la “Primera Línea”

Por Juan David Escobar Valenciaredaccion@elcolombiano.com.co

Por saber que “al bagazo poco caso”, no merecería ninguna atención el repugnante informe de la CIDH, Comisión Interamericana de Derechos Humanos, o de “Izquierdos Humanos” como debería llamarse. Y aunque nada distinto podría esperarse, inquieta confirmar en qué manos, o garras, está dicho organismo.

Como Colombia está bajo un ataque terrorista en el que hay muchos actores involucrados, muy pocos evidentes y muchos otros ocultos o camuflados, es útil para el país que estos últimos queden visibles. Menciono las venenosas intenciones de solo dos “recomendaciones” del informe.

La primera es la delictiva aseveración que los “bloqueos”, o “cortes de ruta” como eufemísticamente los denominan, no pueden prohibirse. No ocultan de qué lado de la ley están y de quién son cómplices. No le importan a la CIDH el pueblo colombiano ni sus derechos básicos. Consideran legítimo y legal que los colombianos queden secuestrados por delincuentes, pierdan sus empleos y acceso a alimentos y salud, especialmente los más pobres, y que los empresarios, de todos los tamaños, pierdan décadas de ahorro y esfuerzo.

Autorizar bloqueos, aunque temporales, como infamemente los respaldaron Fajardo y la “Alianza de la Esperanza”, es ponerle una bomba al esfuerzo inacabado de intentar que los colombianos no se tomen la ley en sus manos ni sean el uso ilegal de la fuerza y la brutalidad los instrumentos para imponer una idea. Dije hace años que “No ser convincente sino peligroso” era la herencia del acuerdo habanero. Lo “recomendado” por la CIDH escupe sobre dos siglos, costosos y dolorosos, de querer cimentar la democracia colombiana y sus instituciones.

También queda comprobado que el verdadero objetivo del “paro”, no de la “protesta legal”, es alcanzar las peticiones no concretadas en el acuerdo de impunidad de La Habana. Por eso no sorprende que el informe se involucre en asuntos ajenos a la actual coyuntura, pero cercanos a las aspiraciones del narcocartel que no alcanzó a cumplirle el anterior gobierno, como el desmantelamiento del Ejército y la transformación de la Policía en una fuerza inútil y al servicio de los crimínales. La “recomendación” de separar a la Policía de las Fuerzas Militares no es nueva ni inocente, y es necesario que los colombianos lo entiendan. Hacerla depender de otro ministerio, como el de Gobierno, es ponerla en manos de actores políticos que, en Colombia, un país de regiones, significa regionalizarla estructural y funcionalmente, sometiéndola completamente al servicio de gobernantes locales. Eso no es accidental. Es lo que pasa en México y lo que ha facilitado a los narcocarteles volverse intocables. Eso es lo que la CIDH “pareciera ignorar” o “saber muy bien”. Pero ya sabemos para qué intereses finalmente termina trabajando.

Lo positivo de todo esto es que por el afán de que Colombia caiga, lo que está cayéndose son las máscaras de quienes por razones tácticas se disfrazaron de actores políticos y organismos democráticos, y confirmemos quiénes son unos de los guardaespaldas de la “Primera Línea”

Si quiere más información:

.