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Columnistas | PUBLICADO EL 15 agosto 2022

La cara socialdemócrata

La cara socialdemócrata
Por juan josé garcía posada - juanjogp@une.net.co
Infográfico

Si uno pretende atinar en pronósticos sobre cuál sería el modelo de régimen que puede estar configurándose en el país nuestro, es recomendable leer, averiguar, documentarse, ir a las fuentes filosóficas, ideológicas e históricas. No conformarse con la repetición superficial y engañosa que priva del análisis de la realidad al amparo de la abundancia informativa. Si no, el pandemonio de las noticias verdaderas o falsas, de los titulares insustanciales y de los chismes y conjeturas seguirá haciendo su agosto y resultará imposible superar la incertidumbre, la confusión y hasta el miedo.

A pesar de la mezcla muy criolla de folclor, simbolismo y picardía, lo que está quedando en claro en el gobierno de Petro es un rostro socialdemócrata. Me atrevo a proponer la aproximación a la socialdemocracia inspirada en el romanticismo y defendida en la Alemania del siglo XIX por el prusiano Eduardo Bernstein (1850- 1932), crítico severo de Marx y mentor del revisionismo.

No estaría tan seguro de que esta sea la primera vez que manda la izquierda en Colombia. Me parece una exageración, una colombianada. No se olviden de la Revolución en Marcha de López Pumarejo ni del Movimiento Revolucionario Liberal de López Michelsen. Aquí más bien está instalándose una versión de aquella corriente moderada del socialismo que apoya la transformación de la sociedad, no a partir de una revolución violenta, sino de una democracia parlamentaria y de una acción política pacífica: “El sufragio universal es la gran arma del proletariado como partido, no como dictadura”, escribió Bernstein, en un ensayo sobre Socialismo democrático, prologado y traducido por Joaquín Abellán.

Bernstein sustentaba esa ideología, que revisa el pensamiento clásico marxista, en la promoción de la justicia social y la abolición de privilegios clasistas mediante la prudente intervención estatal en la economía capitalista y la adopción de algunos valores liberales. “Una buena ley industrial puede ser preferible a cien nacionalizaciones”, decía para sostener las empresas privadas.

Es probable que esa cara socialdemócrata no sea una máscara circunstancial, como pueden sospechar o temer algunos, sino una definición ideológica y práctica seria. Esto, aunque se descubra un influjo de las circunstancias. Ya decía al comienzo del folclor, el simbolismo y la malicia. Si los mentores y ejecutores de la nueva socialdemocracia a la colombiana son consecuentes, les toca erradicar los brotes de revanchismo, de fanatismo y beligerancia, así como las viejas enfermedades del populismo, el clientelismo mermeladizo, la malicia, la mala fe y, en fin, la corrupción que todo lo descompone.

Aquí puede estar comenzando una socialdemocracia, pueda ser comparable, guardadas las proporciones, con las de Alemania, Noruega, Suecia, Dinamarca, etcétera. Nunca, parecida al fracasado socialismo venezolano, cubano, de Nicaragua. Ojalá ese rostro socialdemócrata emergente sea un avance hacia el estadio de la modernidad y un ejemplo razonable de cultura política, de tolerancia y convivencia entre ciudadanos distintos y con pleno derecho a pensar, obrar y hablar y escribir en medio de todas las diferencias posibles. Caras se ven, corazones no  .

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