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Existen problemas globales sobre los cuales se presentan propuestas acerca de la forma de tratarlos y enfrentarlos por parte de los Estados en sus territorios y de las Naciones Unidas con los Objetivos de Desarrollo del Milenio 2000-2015 y los Objetivos del Desarrollo Sostenible 2015-2030 y también mediante convenciones y tratados. Ellos son el cambio climático, el fin del sistema fósil-energético, la pobreza extrema y el hambre, la reducción de las desigualdades, la deforestación de territorios importantes como la selva amazónica, sin poner al descubierto allá tierras sosteniblemente productivas. Además, la conservación de la diversidad biológica para proteger especies en vía de extinción como elefantes, ballenas, osos y tigres, la contaminación del aire, el agua y el suelo y el manejo de las tecnologías de alto riesgo como la modificación genética y la energía nuclear, que tiene en los desastres de Chernobyl y Fukushima ejemplo de los riesgos causados por el defectuoso diseño o la mala operación.
En cambio, sobre la capacidad de carga del planeta, esto es, la medición de la capacidad de la tierra para soportar el consumo humano generado sobre ella, no se han presentado mayores inquietudes, ni planteamientos. Se cree equivocadamente que la tierra tiene el potencial suficiente para producir lo que los seres humanos necesitan en materia de alimentos, agua, energía y otros recursos, y puede absorber elementos contaminantes y disponer adecuadamente de basuras, para una población creciente que ya llega a 8.000 millones de habitantes.
Las investigaciones, de acuerdo con la huella ecológica, un indicador de sostenibilidad que mide la demanda de los seres humanos sobre la naturaleza, concluye, según Bernd Marquardt en su libro Historia Universal del Estado, en datos que toma de los científicos Wackernagel y Rees, que “la humanidad ha empezado en el transcurso de la segunda revolución fósil-energética, exactamente desde la década de 1980, a sobreusar la biocapacidad del planeta, actualmente ya alrededor de un 25 por ciento”. Quiere esto decir que se está sobregirando la capacidad que poseen los ecosistemas para suministrar los recursos naturales que utilizamos los humanos y se supera asimismo la capacidad de absorber los sobrantes y emisiones producidos con su actividad.
De esta circunstancia, se colige que el nivel de desarrollo de los Estados Unidos y Europa no puede generalizarse globalmente, pues es una alternativa impedida por los límites de la capacidad del ecosistema planetario. Por lo que pensar en una igualación entre el norte rico y el sur subdesarrollado es imposible, pues los países ricos no admitirán una reducción del sobredesarrollo, ni los países subdesarrollados renunciarán a tratar de alcanzar un desarrollo como el que tienen los del norte. Sin embargo, hasta hoy, en las políticas estatales ni en la cooperación internacional se ven propuestas adecuadas para encarar esta situación. .