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Relaciones asimétricas: entre la exigencia y el acoso

Cuando comprendamos que el poder es para servir y no para mandar, daremos un salto cuántico en nuestro camino para ser mejores padres, mejores jefes, mejores maestros, mejores gobernantes.

02 de agosto de 2024
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  • Relaciones asimétricas: entre la exigencia y el acoso

Por Josefina Agudelo Trujillo - josefina@tcc.com.co

Desde que nacemos y a lo largo de nuestra vida estamos inmersos en relaciones asimétricas; es decir, aquellas en las que una persona tiene mucho más poder que otra: Un maestro y un alumno, un padre/madre y un hijo, un jefe y un empleado, un ciudadano y un policía, una persona más adinerada o con más estudios que otra.

Cuando somos niños y jóvenes nos movemos en la zona del más débil y a medida que pasan los años vamos migrando hacia posiciones de poder, para las cuales poco o nada nos hemos preparado.

Con el fin de obtener conductas del otro en la relación, casi siempre en forma inconsciente, perpetuamos prácticas culturalmente aceptadas como la represión de la opinión diferente, el uso de lenguaje soez, los chistes con doble sentido, los apodos, la culpa, las comparaciones y en el peor de los casos amenazas y agresiones, justificando dicho proceder con argumentos como “a mí no me frustraron, que no la tenga tan fácil, la letra con sangre entra, el jefe manda aunque mande mal o para eso le estoy pagando”.

Y si se le agrega un tinte de género al asunto, pues entonces aparece el acoso sexual tan tolerado en una sociedad machista.

Las recientes denuncias por mal trato a los médicos residentes en su proceso de formación llaman de nuevo la atención sobre la forma como en muchos sectores de nuestra sociedad se abordan las relaciones de poder. De los mismos creadores de “usted no sabe quién soy yo”, son síntomas de una sociedad que requiere elevar su nivel de consciencia acerca de la igualdad en dignidad humana de todas las personas.

Confundimos autoridad con hablar más fuerte, exigencia con acoso, liderazgo con mando, disciplina con obediencia irrestricta. En una relación asimétrica siempre se corre el riesgo de caer en extremos como el abuso de poder o la aceptación sumisa. Cuando comprendamos que el poder es para servir y no para mandar, daremos un salto cuántico en nuestro camino para ser mejores padres, mejores jefes, mejores maestros, mejores gobernantes.

Asumir con responsabilidad el rol de poder en una relación asimétrica requiere humildad, mucha inteligencia emocional, claridad sobre el objetivo y coherencia con los medios para lograrlo. Desde los conceptos de Taylor y Fayol, hace más de cien años, las teorías de la administración nos han servido para comprender y mejorar las relaciones de trabajo y el ejercicio del liderazgo.

En los últimos años, hasta nos plantean la existencia de estilos femeninos o masculinos en la dirección de las personas. Amor con autoridad o autoridad con amor son valores indispensables para abordar sanamente el ejercicio de poder; cuál de los dos va primero hace parte del estilo personal. Celebro que cada vez más empresas y organizaciones en diversos sectores promueven la formación en liderazgo para los jefes.

Sin duda un gran aporte al desarrollo sostenible de nuestra sociedad. Una razón más para mi optimismo sobre un mundo mejor.

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