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Sobre promesas y sustos

Es claro que en términos políticos no estamos bien, pues ya no se actúa con las lógicas que propone el saber pensar calculando consecuencias. Ahora se amenaza, se propone la fuerza bruta y se utilizan los miedos.

25 de enero de 2025
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  • Sobre promesas y sustos
  • Sobre promesas y sustos

Por José Guillermo Ángel R. - memoanjel5@gmail.com

Estación Amenazas, a la que llegan toda clase de líderes (excepto los chinos) que hablan más de la cuenta y se creen con poderes de superhéroes de cómics, acompañados por plutócratas enriquecidos con tecnologías mediadas por enormes cargas publicitarias (llegando casi hasta la ficción), seguidos por estrategas que han fracasado en Ucrania, Medio Oriente y África porque no han entendido que cada mapa tiene una historia, al lado de expertos en andanadas de noticias falsas y censuras (lo que permite ver solo media cara), y analistas que más que análisis lo que proponen son deseos (o prejuicios) o mera propaganda. Y a todos los anteriores, que llegan con credenciales de invitados o excusas de por qué no asisten, los acompañan los infaltables hombres sí, los diseñadores oficiales de moda, los que miran posesiones desde lejos buscando ansiosamente una selfie con un ángulo desde donde se vea al principal o al menos la pantalla donde aparece, los que se emocionan con manos levantadas (recuerdos totalitarios) alegando que hacerlo no es ideología sino emotividad, los enloquecidos de las redes que mienten desde los titulares etc. Así que la estación se llena y el show crece.

En las últimas posesiones (la de Maduro y la de Trump), no se ha visto un mundo que funcione políticamente sino una especie de obra de teatro del absurdo desmesurado que recuerda bien a Elías Canetti y lo que este planteó en Las bodas, Comedia de la vanidad y Los emplazados, obras estas que escandalizaron en su tiempo (en ellas los asistentes amenazaron con quemar el teatro), pero que ahora son evidencias de lo que vemos y pasa. Y que definen bien lo que se lee en Masa y poder sobre masas lentas y rápidas, abiertas y cerradas, que funcionan según sea el espectáculo del objetivo que se persigue, que en su esencia es emoción creciente.

Es claro que en términos políticos no estamos bien, pues ya no se actúa con las lógicas que propone el saber pensar calculando consecuencias. Ahora se amenaza, se propone la fuerza bruta y se utilizan los miedos (con énfasis en los instintos bajos) como estrategia. Y que esto funcione o no (Nietzsche decía que después del desorden llegaría el orden), es algo que no sabemos y qué efectos marginales tenga. Por el momento solo hay palabras, temores, delirios, confusión, paranoia, juegos de bolsa, negocios por debajo, shows mediáticos, indultos desaforados y predisposición a estar mentalmente mal, lo que implica sobrevivir, es decir, hacer lo que sea para seguir vivos, como bien definía Curzio Malaparte en su novela La piel.

Acotación: prometer sin medida asusta. Todo tiene límites y para que estos se amplíen deben estar en orden adentro. Pero en desorden, lo que es promesa es ilusión, pues se parte de un deseo y no de algo que se domine. Bueno, de momento, los sustos se eliminan trabajando, si dejan.

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