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La educación no debe ser un terreno de disputas ideológicas. Resulta inconcebible que un gobierno priorice narrativas políticas que destruyen los sueños de miles de jóvenes. Para algunos, en el poder, parece más digno ser delincuente que estudiante.
Por Juan Esteban García Blanquicett - @juangarciaeb
En un país donde los debates ideológicos suelen imponerse sobre el pragmatismo, la educación sigue siendo esencial para garantizar el desarrollo. Sin embargo, mientras el gobierno se enreda en una narrativa ideológica y el ministro de Educación parece más preocupado por la “twittercracia” que, por resolver la crisis educativa, el sector empresarial demuestra que el verdadero cambio surge de las acciones concretas, no de los discursos.
La crisis del Icetex es un ejemplo evidente de esta desconexión. Miles de jóvenes enfrentan incertidumbre solo por atreverse a soñar con una carrera profesional. En manos de este gobierno, la educación se ha convertido en un campo de batalla política, perdiendo su propósito principal: transformar vidas y construir una nación más equitativa. En lugar de desarrollar soluciones efectivas, el enfoque parece ser mantener discursos populistas que solo quedan en peleas eternas.
Mi historia es una muestra de lo que puede lograrse cuando se confía en los jóvenes. Gracias al apoyo de Proantioquia, la Universidad Eafit, el Grupo Sura y la Fundación Sofía Pérez de Soto, pude estudiar en la universidad que siempre soñé. Este respaldo no solo cambió mi vida, sino que me dio un propósito claro: luchar para que los jóvenes tengamos el brillo de los libros y no el ruido de los fusiles.
Hoy celebro con orgullo la reciente alianza entre el Grupo Argos, la EIA y Eafit, que ha creado un programa de becas capaz de llevar esperanza a miles de jóvenes colombianos. Estas iniciativas no son simples gestos altruistas; son apuestas estratégicas por el futuro del país. Cada beca otorgada es un mensaje de confianza en el talento y esfuerzo de mi generación, una prueba de que somos una inversión, no un gasto.
Como joven, y en nombre de mi generación, agradezco profundamente a quienes han apostado por nosotros. Gracias por creer en nuestras capacidades, por invertir en nuestra formación y por entender que somos el presente y el futuro de Colombia. La educación no debe ser un terreno de disputas ideológicas. Resulta inconcebible que un gobierno priorice narrativas políticas que destruyen los sueños de miles de jóvenes. Para algunos, en el poder, parece más digno ser delincuente que estudiante.
Necesitamos más alianzas como la de Argos, EIA y Eafit, y más empresarios que reconozcan que apoyar a los jóvenes es la forma más efectiva de construir un desarrollo sostenible.
Cuando los jóvenes y los empresarios avanzan, todo un país avanza con ellos. Este es el momento de sumar esfuerzos, construir puentes y trabajar unidos para materializar el país que todos deseamos. A los empresarios que ya lo han entendido, gracias por mantener viva la esperanza. A los jóvenes, sigamos demostrando que estas apuestas valen la pena. Porque cumplir sueños siempre superará cualquier ideología.