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Columnistas | PUBLICADO EL 10 agosto 2020

¿Impuestos para salvar empresas zombis?

Por juan david escobar valenciaredaccion@elcolombiano.com.co

Dicen que una gallina tenía dos pollitos, pero uno de ellos enfermó y decidió matar el pollito sano para darle un caldito al enfermo. Suena cruel este cuento, pero parece estar materializándose.

Esta crisis sanitaria producirá una extinción numerosa y súbita de organizaciones y empresas. Algo lamentable porque existen mecanismos de mercado menos “repentinos” para hacer la poda empresarial que permite que lo mejor reemplace lo que dejó de serlo.

Borges dijo con razón que ser colombiano era un acto de fe, y yo creo que hacer empresa en Colombia es un acto de fe al cuadrado. Por eso muchas de nuestras empresas y organizaciones públicas y privadas son el fruto de grandes esfuerzos y trabajo. También es cierto que en la actual emergencia, como dicen los armarios para extintores: “En caso de incendio, rompa el vidrio”, se requerirán sacrificios enormes que pagaremos nosotros y las próximas generaciones. Por todo esto, no tiene justificación que sectores ineficientes y empresas zombis, que debieron desaparecer hace tiempo o estaban en proceso de ello por no querer transformarse, ahora quieran aprovecharse del esfuerzo de todos para ser resucitados, a costa de las viables.

Sin defender al dumping, contrabando o el lavado de dinero vía importaciones, de nada le sirven al país gremios chovinistas súbitamente “preocupados por los campesinos” afectados por los productos foráneos, diciendo que la “única” forma de conseguir seguridad alimentaria es mediante autarquía agropecuaria y pidiendo protección del gobierno para seguir siendo ineficientes. No necesitamos empresarios mediocres y parásitos, como los describió en 1.945 Ludwig von Mises: “En el estado intervencionista ya no es de crucial importancia para el éxito de una empresa que las operaciones se lleven a cabo de tal manera que las necesidades del consumidor se satisfagan de la mejor manera y a menor costo; es mucho más importante que se tengan «buenas relaciones» con las facciones políticas de control, que las intervenciones redunden en beneficio y no en perjuicio de la empresa” ... “Una empresa puede estar bien dirigida, pero se hundirá si no sabe cómo proteger sus intereses en el arreglo de las tarifas arancelarias, en las negociaciones salariales ante las juntas de arbitraje y en los órganos de gobierno de los cárteles. Es mucho más importante tener «conexiones» que producir bien y barato. Por consiguiente, los hombres que llegan a la cima de tales empresas no son los que saben organizar las operaciones y dar a la producción la dirección que exige la situación del mercado, sino más bien hombres que están en buena posición tanto «arriba» como «abajo», hombres que saben cómo llevarse bien con la prensa y con todos los partidos políticos, especialmente con los radicales, de manera que sus tratos no causen ninguna ofensa. Esta es la clase de directores generales que tratan más con los dignatarios federales y los líderes de los partidos que con aquellos a los que compran o a los que venden”.

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