Síguenos en:
Columnistas | PUBLICADO EL 08 enero 2023

Historias del Reino (des)Unido

Cuesta mucho solidarizarse con los Windsor y sus pequeñas tragedias, reales o inventadas, cuando más de sesenta millones de personas tratan de subsistir en una difícil situación económica.

  • Historias del Reino (des)Unido
  • Historias del Reino (des)Unido
Por Lina María Múnera Gutiérrez- muneralina66@elcolombiano.com.co

El pueblo británico comienza el 2023 en un estado francamente lamentable. Al melodrama por entregas de Enrique y Meghan, que incluye serie en Netflix, libro autobiográfico y varias entrevistas para la televisión, se le suma lo que ocurrió hace tres días durante lo que ya se conoce como el ‘jueves trágico’, que no fue otra cosa sino la mayor jornada de huelgas que se hayan visto desde los años 70 en ese país que hoy se siente un poco a la deriva. Ni los políticos ni la realeza logran estar a la altura de la compleja realidad que viven los ciudadanos. Y cada uno tira para su lado.

Del lado más frívolo de esta historia tenemos a los Duques de Sussex lanzando bombas informativas desde su mansión en California: Enrique dice que su hermano y futuro rey de Inglaterra lo empujó y lo tiró al suelo en medio de una discusión sobre su esposa Meghan y que lo que tiene él no es una familia sino un grupo de marionetas que hacen parte de una institución; ella dice que fue objeto de racismo y maltrato mientras vivió en Londres, que no la dejaban vestirse de colores y que casi no le prestan una tiara para casarse. Sus quejas y sus lamentos, por muy dolorosos que puedan ser a nivel personal, resultan terriblemente superfluos al conocer las cifras que se están embolsando por repetir una y otra vez sus penurias, ocurridas mientras vivían en palacios y castillos de ensueño: más de 140 millones de dólares y el contador sigue marcando.

Mientras tanto, el ciudadano británico de a pie aguanta con estoicismo una huelga ferroviaria que tiene prácticamente paralizada la nación, pues solo están funcionando el 10 por ciento de los trenes en un país en el que la gran mayoría se desplaza a sus lugares de trabajo a través de este medio. Y para aumentar el caos, las enfermeras también se han lanzado al paro para denunciar las pésimas condiciones de un sistema de salud que se creó durante la Segunda Guerra Mundial y que no aguantó el paso del tiempo. En el Reino Unido, corazón palpitante del primer mundo, las ambulancias hacen colas de hasta una hora a la entrada de los hospitales, y los pacientes deben esperar durante otras tantas en los pasillos antes de ser atendidos. El sistema colapsó debido al envejecimiento de la población, a los recortes presupuestales que han hecho los políticos y a los costos de los nuevos tratamientos. Y así se llega a una cifra que asusta: se calcula que 500 personas mueren semanalmente a causa de las huelgas que ya llevan meses y que alcanzaron su máximo nivel el jueves.

Cuesta mucho solidarizarse con los Windsor y sus pequeñas tragedias, reales o inventadas, cuando más de sesenta millones de personas tratan de subsistir en una difícil situación económica, sin que los jóvenes tengan posibilidades reales de acceder a una vivienda, con sueldos bajos y tipos de interés hipotecario por las nubes. Nada distinto a lo que está ocurriendo en tantos otros lugares del mundo, pero al menos sin el lamento quejumbroso de unos cuantos privilegiados que aún no entienden lo que son las verdaderas dificultades en la vida.

Lina María Múnera Gutiérrez

Si quiere más información:

.