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Quisiera una sociedad civil que privilegiara una cuadra florecida y caminable, en vez de una autopista llena de carros. Quisiera una sociedad que se hiciera cargo de esta crisis. Nuestra crisis.
Por Daniel Duque Velásquez - @danielduquev
Por estos días de incendios forestales me ha causado especial reflexión ver nuestra incapacidad de hacernos cargo de nuestra responsabilidad frente a la crisis que estamos viviendo.
Sí, los gobiernos que tenemos son mediocres, Petro redujo en 31,7% el presupuesto de bomberos, en 32,6% los recursos del IDEAM y en 16,8% la plata de la Unidad de Gestión del Riesgo y de Desastres. Sí, los aviones para apagar los incendios que deberían estar funcionando en estos momentos andan varados. Sí, las personas al frente de muchos de los cargos importantes para gestionar esta crisis son gente sin idoneidad que llegó al puesto en cumplimiento de un favor político y no porque tuviera una trayectoria en la materia que se le está encargando. Y sí, los gobiernos locales y departamentales deberían estar buscando trabajar de manera unificada con el gobierno central, llevando a cabo estrategias a través de una gobernanza colaborativa y armoniosa en vez de estar pensando en cómo ganar más aplausos peleando con el impopular gobierno Petro.
Sin duda alguna, nuestros gobiernos hoy no están haciendo lo que corresponde para atender la grave crisis que estamos atravesando. Pero también tenemos que entender otra cosa, y es ese el mensaje central de esta columna: lo que está pasando no es una tragedia aislada, es apenas una consecuencia de la pésima forma en que nosotros, como humanidad, nos hemos relacionado con la naturaleza y el planeta. No podemos seguir ignorando el elefante en la habitación. El planeta se acerca rápidamente a un punto de no retorno en el que la existencia de nuestra especie se pone en riesgo. Aunque no queramos hablar de ello, los informes del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) son contundentes en sus estimaciones: el cambio climático y el colapso ecológico no son un problema del futuro, son una crisis muy real y presente.
La única forma de prevenir que tragedias como las de los incendios de este mes en nuestro país se vuelvan más frecuentes y destructivas, es con políticas serias de protección ambiental y de adaptación al cambio climático, pero también es urgente tomar conciencia de nuestra corresponsabilidad con esta casa compartida que es el planeta. Yo quisiera que quienes estén al frente de las altas dignidades del Estado se ocuparan como corresponde del cambio climático: que hicieran inversiones serias en reverdecer nuestras ciudades, en combatir la deforestación, en equipar correctamente a quienes nos cuidan en medio de los desastres, que utilicen la inteligencia del Estado para perseguir a los criminales que empeoran las consecuencias de la crisis causando incendios intencionalmente, y muchas cosas más; pero también quisiera pensar que nuestra sociedad está dispuesta a cambiar, a transformar sus hábitos diarios, a reducir su huella de carbono, a compostar en sus hogares, a reducir el consumo de cosas innecesarias, a movilizarse generando la menor cantidad posible de emisiones, a recomponer su relación con la naturaleza. Quisiera una sociedad civil que privilegiara una cuadra florecida y caminable, en vez de una autopista llena de carros. Quisiera una sociedad que se hiciera cargo de esta crisis. Nuestra crisis.