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La invasión de Rusia a Ucrania ha ilustrado las complejas interconexiones entre los sucesos geopolíticos y los mercados globales de las materias primas.
Por Diego Mesa Puyo* - d.mesapuyo@columbia.edu
La invasión de Rusia a Ucrania ha generado profundas distorsiones en los mercados de las materias primas, evidenciando las consecuencias económicas que puede ocasionar una fragmentación del comercio y la economía global. A medida que las tensiones geopolíticas persisten y algunas economías avanzadas responden con políticas industriales para tratar de mitigar posibles impactos en sus cadenas de suministro, los efectos de una mayor fragmentación internacional podrían agravarse, impactando el precio de los commodities, la actividad económica y la transición hacia fuentes de energía más limpias.
Las materias primas, como el crudo, el gas natural, los productos agrícolas y los minerales críticos, son insumos fundamentales en una economía que esta globalmente interconectada. Sin embargo, la producción y el procesamiento de estos productos están altamente concentrados en pocos países debido a factores geográficos y geológicos, lo que hace que su suministro sea vulnerable a tensiones geopolíticas o a decisiones unilaterales de los países productores o refinadores. Por ejemplo, los tres principales productores a nivel global abarcan, respectivamente, cerca de la mitad de la producción de combustibles fósiles, casi dos terceras partes de la producción agrícola y el 75 por ciento de los minerales críticos. Adicionalmente, aunque algunas de estas materias primas pueden ser sustituidas en el largo plazo, la mayoría son indispensables para la economía global en el corto plazo.
Los efectos de una mayor fragmentación podrían verse reflejados en incrementos en la volatilidad de los precios de los commodities, impulsados por interrupciones en las cadenas de suministro y una desintegración de los mercados. Aunque el impacto a nivel país dependerá en gran medida de si son exportadores o importadores netos de estos productos, las economías emergentes y los países de bajos ingresos serían los más vulnerables, al carecer de recursos financieros y espacio fiscal para amortiguar este tipo de choques. Por otro lado, las fuentes de energía renovable no convencionales, las soluciones bajas en carbono y la movilidad eléctrica dependen en gran medida de minerales críticos como el cobre, el litio, el níquel y el cobalto. Si estos mercados se fragmentan aún más, los costos de la transición se podrían incrementar significativamente, afectando la inversión en tecnologías limpias y dificultando el cumplimiento de los objetivos globales de mitigación climática.
En resumen, la invasión de Rusia a Ucrania ha ilustrado las complejas interconexiones entre los sucesos geopolíticos y los mercados globales de las materias primas. La concentración de estos mercados en unos pocos países, sumada a la fragilidad de las cadenas de suministro, suponen un riesgo significativo para la transición energética y la descarbonización de la economía. A medida que la mayoría de los países redoblan sus esfuerzos por enfrentar los desafíos del cambio climático, es fundamental contar con mecanismos de coordinación internacional que ayuden a salvaguardar la estabilidad de las cadenas de suministro de minerales críticos y otros commodities para la transición y la seguridad energética global.
*Miembro Distinguido Visitante del Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia en Nueva York.