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Puede venir lo peor; ideas más radicales, profundización de los ataques a cualquiera que se oponga al proyecto gubernamental y más corrupción.
Por Federico Hoyos Salazar - contacto@federicohoyos.com
Al presidente Petro se le está agotando el tanque de la gobernabilidad. El bombillo amarillo que alerta la entrada en reserva ya se prendió. El caótico Consejo de Ministros quemó buena parte de las últimas unidades de capital político del presidente. Ahora, con la renuncia protocolaria de todo el gabinete y la salida de dos ministras representativas de su proyecto político de izquierda: ambiente y trabajo, entraremos a la última fase del gobierno, una en donde el presidente se rodeará de cualquiera que le prometa un poco de lealtad y sea obediente ante su retórica. Puede venir lo peor; ideas más radicales, profundización de los ataques a cualquiera que se oponga al proyecto gubernamental y más corrupción.
Mucho se habla del tercio de la población que ha sido leal al proyecto del “cambio” independientemente de los escándalos de financiación de campaña, corrupción entre algunos de los directivos más cercanos al presidente y al fracaso de la paz total y algunas de sus reformas. Frente a cada derrota y desilusión causada por alguno de los miembros del gobierno, Petro se ha posicionado como una figura distante a esos hechos. Las adversidades siempre eran culpa de otros, el jefe de Estado parecía incólume.
Todo cambió con el espectáculo televisado de la reunión del gabinete. El presidente se mostró vulnerable, sus más cercanos aliados lo contradijeron, incluso le pedían respeto. Petro había insultado a casi todos los sectores del país: empresarios, periodistas, oposición, etc. Solo le faltaba meterse con su gente, y lo hizo. Negó que el suyo fuera un proyecto de izquierda, hizo comentarios torpes sobre las mujeres que fueron rechazados por feministas y se refirió de manera despectiva a la figura de los sindicatos. Ese 30% leal al líder del “cambio” incluso ante sus desaciertos, puede cambiar. Ya lo hicieron dos figuras destacadas que representan a estos sectores: la exministra de trabajo Ramírez, perteneciente al Partido Comunista colombiano, y la exministra de medio ambiente, Muhamad, una de las mujeres más cercanas y leales a Petro desde sus días como alcalde de Bogotá.
En medio de la debacle, como siempre, hay aves rapaces que sobrevuelan y observan calculadamente cuando descender y atacar. Estas personas, políticos rechazados, cuestionados y de mal recuerdo en la opinión pública, encontrarán terreno fértil para fortalecerse ante la necesidad del presidente de recomponer un equipo y enfrentar la recta final.
Será un momento retador para el congreso, Cortes, medios de comunicación y otras instituciones, pues habrá que controlar con mayor rigor e inteligencia a un gobierno que ante su incapacidad de ejercer su labor, cumplir promesas y dejar un legado, buscará salidas populistas para victimizarse y culpar a otros, e intentar salvar a sectores de su electorado en este año preelectoral. Frente a esto último es donde se debe vigilar con mayor atención los actos de corrupción.
Aunque débil, el gobierno no está acabado. Ya veremos quiénes serán sus nuevos ministros y aliados y cómo la supervivencia política puede conducir a este nuevo gabinete intentar jugadas inexploradas hasta ahora.
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