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De pronto la intimidad se nos presenta fascinante. En las escritoras que he ido descubriendo, lo que había sido para mí ordinario, me resulta ahora extraordinario. La atracción por uno más joven, la iniciación sexual, el aborto, la educación en un colegio de monjas, la tensión entre amigas, el poder que damos a nuestras melenas, entregarnos y abandonarnos, que nos dejen por otra, dejar. Y la canción de Shakira, Session 53, que para el momento en que escribía esta columna llevaba más de 150 millones reproducciones, se suma a ese movimiento en el que cantar, gritar, escribir o exhibir el dolor sin pose ni compostura, es otra de las formas de catarsis femenina.
Annie Ernaux hizo de sus diarios íntimos un premio Nobel de literatura. Elena Ferrante ha encontrado un lenguaje para cada pasión del mundo femenino. En su novela Los días del abandono, su protagonista cruza la calle, casca al marido e intenta arrancar la joya de las orejas de la veinteañera por la que fue dejada. Natalia Ginzburg, mata al infiel en la línea número diez en su novela Y eso fue lo que pasó. Y en Lo que queda luz, de la británica Tessa Hadley, su personaje Christine, le escribe a la amante de su esposo.
La ciencia dice que la pócima para la tristeza pasa por activar la farmacia que llevamos dentro a punta de movimiento, meditación, yoga o terapias psicodélicas. También se han estudiado los analgésicos para aliviar el dolor específico en el corazón y se han lanzado aplicaciones como Mend o Break-Up Boss, que ofrecen reentrenar el cerebro y ayudar a frenar el comportamiento impulsivo posterior a la ruptura. Leí que probaron con un anestésico inyectado a los participantes después de recordar una historia de desamor y, cuando se les pidió que la contaran nuevamente —24 horas después— notaron que el recuerdo era menos vívido. Volví a encontrar referencias sobre el método traducido al español como Desensibilización y reprocesamiento por medio de movimientos oculares, usado para traumas. Helen Fisher, antropóloga biológica que lleva décadas estudiando los efectos del amor en el cerebro humano, es citada por el diario The Guardian, aconsejando que lo mejor es seguir el modelo de las adicciones, “... Bota las cartas o ponlas en el depósito, no escribas, no llames, haz algo de ejercicio, —aumenta la dopamina y la resistencia al dolor—, elimina el azúcar. No intentes hacerte amigo de tu expareja, al menos no hasta que lo superes. Sal con gente nueva y sigue moviéndote”.
Mientras los académicos buscan la cura para el corazón partido, exorcizarlo con canciones o relatos seguirá haciendo parte del rito humano. Y quienes ponen palabras o melodías a nuestros propios pesares, nos ayudan a transitar por los duelos. “A mi me sirvió leer y escuchar a mujeres para saber que lo que me pasa, le pasa a otras y que las etapas son iguales para todas: deseo, negación, la nube negra, aceptación y superación... Y el descubrimiento de que todo pasa”, me lo dijo una, con su gran despecho