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¡Salud!

hace 5 horas
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  • ¡Salud!

Por Fanny Wancier Karfinkiel - fannywancier7@gmail.com

Chocar las copas por la salud surge en la Antigua Grecia y Roma con el fin de envenenar a los invitados, costumbre primitiva que buscaba eliminar a los rivales.

¿Llevarían antídotos? Con el tiempo hubo una transición donde brindar pasó de la falta de urbanidad (para decir lo menos) a ser una prueba de cultura que hasta el momento invita a la confianza entre los comensales, a celebrar la salud, y en ciertos casos a convocar la protección divina. Sin embargo, el modelo preventivo, predictivo y resolutivo de la salud del actual e involutivo gobierno, se aleja del brindis de confianza y celebración e, imitando la Antigua Grecia, anima a alzar las copas para desprestigiar los logros y avances de los rivales.

La situación de la salud se complica dado que aparte de la estabilidad institucional y financiera, para prevenirla y conservarla se requiere un cambio de percepción que considere a la mente y las emociones como elementos interconectados con el cuerpo, donde la función de este último es servir de vehículo con espejo retrovisor que los refleja o expresa. Precisamente el término “psicosomático” introducido por el médico alemán Heinroth (1818), dio cuenta de la interacción de la mente (psique) y el cuerpo (soma) en el origen de las enfermedades físicas.

Todavía resulta difícil aceptar que somos responsables de nuestra salud, es más fácil conservar la creencia de que la enfermedad proviene de factores “externos” mientras se rechazan otras causas igualmente válidas. El ego con su desmedida autoconfianza (“tengo razón porque siempre la tengo”) es un obstáculo que impide aceptar las creencias, emociones, sugestiones, y prejuicios conscientes e inconscientes que interfieren en la salud e impiden interpretarla con un enfoque holístico. Al respecto Lise Bourbeau escribe en su libro “Obedece a tu cuerpo, ¡AMATE!”: “Cuando el cuerpo nos habla a través de un malestar o una enfermedad lo hace para ayudarnos a tomar conciencia de una forma de pensar que no es benéfica para nosotros. Esta forma de pensar, aunque de un modo inconsciente, perjudica a todo nuestro ser y entonces aparece el malestar para decirnos que ha llegado el momento de cambiar esa forma de pensar o esa creencia no benéfica”. “La razón por la cual el ego rechaza la responsabilidad de las enfermedades es que la creencia causante del accidente, la indigestión, etc., está convencida de tener la razón y no quiere ser descubierta”.

Necesitamos descubrir el lenguaje verbal y no verbal que generación tras generación ha menoscabado la salud y desarrollar la pasión de encontrar nuevos caminos. Es urgente girar el espejo retrovisor hacia el autoconocimiento para obtener una visión amplia que despeje los ángulos ciegos de nuestra historia y, de este modo, entender las experiencias y actitudes que bloquean los pensamientos, las emociones y acciones que impiden acceder al poder interior que nos habita, a la autonomía y confianza en uno mismo. Es indispensable reeducarse, en otros términos, hay que resetearse y cambiar la programación que hace que el dispositivo no funcione o funcione a medias.

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