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Justicieros

Defender causas justas no da derecho a utilizar la fuerza para inscribirse en ellas, ni tampoco licencia para utilizar métodos opresores que abogan por la justicia.

23 de noviembre de 2024
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  • Justicieros

Por Fanny Wancier Karfinkiel - fannywancier7@gmail.com

La palabra “opresión” remite a acciones tiránicas que maltratan, subyugan, e intentan controlar de manera directa o engañosa a individuos y grupos: niñas y niños, mujeres y hombres, minorías étnicas, religiosas, raciales o sexuales, personas en pobreza y ancianos, entre otros. A lo largo de la Historia ha habido movimientos que han buscado quebrar las estructuras opresoras y, fomentando la justicia social, han luchado por la igualdad de derechos y oportunidades, la inclusión y el bienestar social.

Los movimientos de los siglos XIX, XX y XXI son una prueba de ello: el de los derechos civiles liderado por Martin Luther King, el movimiento sindical obrero, el feminista para votar, trabajar y tener salud reproductiva, los LGTBQ+ de los gay, queer, transgénero y otros que buscan aceptación social e igualdad de derechos, los anticolonialistas en Asia, África y América Latina, los ecologistas exigiendo protección al medio ambiente y a las comunidades vulnerables, los indigenistas para la preservación de la cultura y el derecho al territorio.

De igual modo, en la actualidad han surgido cruzados de la justicia que, centrados en el concepto racial, la revolución del sexo biológico, la familia, el libre mercado, y el empoderamiento de las comunidades marginales, buscan desmantelar los sistemas de opresión y privilegios. Sin embargo, para poner en práctica su propósito han recurrido a posturas fanáticas cuyo objetivo es liquidar a Occidente, en particular a los blancos que, según ellos, son los culpables de la iniquidad imperante y merecen un juicio histórico irrevocable. Se trata del movimiento Woke (despertar), alabado por promover la conciencia social pero también criticado por utilizar etiquetas de comparación y rechazo, además de prácticas opresoras e intolerantes.

La ola woke, pretendiendo castigar la Historia prescinde de Aristóteles, Platón y Shakespeare, olvida a personajes que pregonaron sobre la justicia y la virtud, e inventa un lenguaje incluyente para algunas minorías. Imponer la nueva justicia y la nueva verdad, requiere desatar un combate entre el nuevo bien y el antiguo mal, asignar a las palabras una nueva definición, “desblanquizar” los programas educativos en las universidades, sobrevalorar la conciencia racial como forma inicial de identidad colectiva, y transitar en un mundo torcido donde discriminar consiste en tratar a todo el mundo por igual. Todo esto, frente a una clase política que no sabe qué hacer y a eruditos que no saben qué decir.

Si bien las redes sociales han viralizado el concepto “woke” construyendo grupos de apoyo, difundiendo hashtags, memes y campañas de sensibilización, también han servido para criticar sus efectos destructivos que, al igual que los fertilizantes, contaminan peligrosamente el ambiente. Porque defender causas justas no da derecho a utilizar la fuerza para inscribirse en ellas, ni tampoco licencia para utilizar métodos opresores que abogan por la justicia.

No está de más preguntarse si algunos movimientos están impregnados de la tríada política, dinero y poder. Los jóvenes siempre han sido utilizados para que individuos con intereses particulares alteren a su medida su naciente voluntad.

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