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Estos son los beneficios de la religiosidad

Me parece evidente que la visión religiosa es mucho más precisa en cuanto a su descripción de la naturaleza humana, pero es además más útil a la hora de pensar en la virtud de las normas colectivas.

12 de septiembre de 2023
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  • Estos son los beneficios de la religiosidad

Por Javier Mejía Cubillos - mejiaj@stanford.edu

La religión en el mundo ha perdido ininterrumpidamente importancia desde comienzos del siglo XX. Yo soy un producto de eso. Al igual que la mayoría de las personas de mi edad en el hemisferio occidental, no me describo como creyente y no participo activamente de rituales religiosos. Además, y esto no sé qué tan representativo sea, tampoco tengo ninguna curiosidad particular por la idea de Dios. Hace muchos años, no pienso las preguntas grandes sobre la existencia de Dios, su unicidad, origen, o motivaciones. Siento que la ciencia hace una buena tarea ayudándonos a entender cada día más pedacitos de cómo funciona el mundo y nunca me ha interesado mucho analizar si eso es o no compatible con la idea de Dios en alguna de sus variedades. En ese sentido, ni siquiera me definiría como agnóstico o ateo.

Sin embargo, la religión como fenómeno social sí me parece bastante interesante. Entender sus orígenes como explicación del mundo y reflexionar sobre su utilidad me parece valioso. Me cuesta pensar que, por milenios, la humanidad gastara una fracción tan grande de sus recursos alimentando algo sin sentido. De hecho, siento que es todo lo contrario. Si se presta algo de atención, es claro que la mayoría de las religiones más exitosas de la historia ofrecen herramientas muy efectivas para comprender el comportamiento humano y para reflexionar sobre la moralidad individual.

Estoy pensando, en particular, en algunas de las reflexiones sobre cómo el ser humano navega los dilemas de lo correcto y lo incorrecto en la tradición del zoroastrismo. Dentro de esta tradición, en la que uno podría ubicar todas las religiones Abrahámicas —donde están la inmensa mayoría de variantes del judaísmo, el cristianismo, y el islam— existen nociones claras del bien y del mal, usualmente representadas en entidades o fuerzas específicas, cosas como los ángeles y los demonios, por ejemplo.

Y no solo es que se defina precisamente la existencia de estas fuerzas de lo bueno y lo malo; estas religiones, además, enfatizan cómo los seres humanos son unas criaturas expuestas permanentemente a dichas fuerzas y definen cómo el principal reto en la vida es diferenciar entre las acciones correctas en medio de circunstancias que pueden favorecer a las incorrectas.

Y quizá aquí convenga contrastar esto con las visiones de moralidad prevalentes en el mundo laico actual. En la opinión pública hoy, la reflexión moral suele darse con los lentes de una visión estática de víctimas y victimarios. Allí, las personas son buenas o malas y lo que la sociedad debe hacer es simplemente celebrar a las buenas y castigar perpetuamente a las malas. Esta es la visión que ha permitido la proliferación de los linchamientos públicos en años recientes, por ejemplo.

Noten que esto es diferente a la idea de seres humanos con conflictos internos que abundan en las religiones Abrahámicas. En aquellas religiones, proliferan las historias de personas que sistemáticamente hacen lo incorrecto, pero también de muchas que lo hacen solo una vez y se arrepienten, y de otra gran cantidad que ni siquiera termina de saber qué es lo correcto. Esta es una descripción más precisa de lo que es ser un humano y los dilemas morales permanentes a los que uno se enfrenta. Es además una visión que resalta la agencia individual. Aquí, las personas no son simplemente víctimas externas del mundo; por supuesto que el mundo las está empujando en muchas direcciones, pero cada persona suele ser vista como la responsable última de sus decisiones.

Desde esta perspectiva, me parece evidente que la visión religiosa es mucho más precisa en cuanto a su descripción de la naturaleza humana, pero es además más útil a la hora de pensar en la virtud de las normas colectivas que regulan el comportamiento individual. La idea del pecado y la redención responden a esto. El pecado, aunque inherente al ser humano, no es un atributo perpetuo del individuo. En todas las religiones Abrahámicas existen una serie de rituales, la inmensa mayoría de los cuales atañen arrepentimiento y reparación, que perdonan los pecados y abren la puerta para la reinserción integral a la sociedad de aquellas personas que han hecho cosas incorrectas.

Creo que reconocer esto es importante. Nos recuerda que la moral es bastante más parecida al estado físico que a la estatura. Ser alguien bueno tiene mucho más que ver con trabajar todos los días para ayudar a los demás y no lastimar a otros, que con nacer germinado por las virtudes de la bondad y la gentileza. Como sociedad, tenemos mucho que ganar de retomar esta visión.

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