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Columnistas | PUBLICADO EL 23 marzo 2023

Entró quedando

Petro, acostumbrado a subvertir el orden, ahora tiene que apelar a las fuerzas del Estado para controlar lo que en aquellas épocas le gustaba a nuestro actual presidente.

Por Juan Gómez Martínez - redacción@elcolombiano.com.co

Al presidente Petro le pasó lo que de niños le decíamos al compañero que entraba de último a un juego y había un puesto no muy agradable. Ese puesto lo ocupaba el último en entrar y le decíamos que había entrado quedando.

Petro, acostumbrado a subvertir el orden, ahora tiene que apelar a las fuerzas del Estado para controlar lo que en aquellas épocas le gustaba a nuestro actual presidente. Ya se da cuenta de que tiene que cumplir con la Constitución y la ley que juró hacer respetar.

Ya tiene que ver las cosas desde el lado opuesto al que unos años antes pertenecía y acompañaba a los de la primera línea y a los de todas las líneas contra el Estado de derecho.

Ahora tiene que mandar tropas al Bajo Cauca para controlar unos bloqueos de vías, con quema de vehículos, con amenazas y violencia contra la población. Ya se da cuenta de lo grave que eran sus manifestaciones contra la sociedad civil. Ahora tiene que ordenar la destrucción de las dragas y equipos para la extracción ilegal del oro, para evitar lo que significa una minería ilegal. Para no permitir la contaminación de los ríos con el mercurio utilizado en la extracción del precioso metal.

Presenta unas reformas al Congreso con las que no están de acuerdo ni los trabajadores ni los empresarios. Los primeros porque, con las condiciones para los empresarios, no les permite vincular a trabajadores por los mayores costos y condiciones que quebrarían a las empresas. Los obreros se ilusionan ahora, pero, al ver la realidad, se darán cuenta del freno a la generación de empleo por las condiciones impuestas, como los costos y regulaciones. Esto pasó en otros países como Argentina donde se frenó la generación de empleo formal. Con esas medidas, en aquel país, creció la pobreza por la falta de nuevos empleos.

Ni que decir de Venezuela, donde las normas laborales son imposibles de cumplir, tanto que los trabajadores se emplean por tener solo la comida. Es tal la situación en el país bolivariano, donde el desempleo es tanto, que sólo el 34% de la fuerza laboral está trabajando. Con la imposibilidad de encontrar empleo, salen del país en busca de quién los vincule. Nosotros, en Colombia, somos testigos de lo que en el país vecino sucede.

Por otro lado, se ha vuelto costumbre reiterada de nuestro presidente, incumplir las citas o llegar varias horas más tarde de la hora comprometida. Así se sienta muy superior por los votos que lo eligieron primer mandatario, debe respetar a su pueblo y tratarlo con la cultura que merecemos los colombianos.

Si el pueblo se equivocó al elegirlo, como está demostrando, por lo menos debía tener algo de respeto por una comunidad a la que debe gobernar como lo prometió en el juramento. Los electores se dejaron engañar, votaron por él creyendo en unas falsas promesas. Ahora, por lo menos, debe cumplirle a ese pueblo engañado.

Pobre Colombia. .

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