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Recortan presupuestos sociales, privatizan servicios públicos y amedrentan con la deuda como modo de dominio, como se comprueba con el caso de Grecia. Además vacían la democracia, porque así lo exige ese saqueo neoliberal que es la vigente política de austeridad en la Unión Europea. Pero además, las élites que nos castigan tienen la obscena desfachatez de pretender ser defensores de la libertad.
En el Reino de España, al inicio del movimiento ciudadano del 15 M, más de doscientos intelectuales, artistas, profesores universitarios y dirigentes sociales ya denunciaron la persecución y criminalización de ese movimiento social. Represión, arbitrariedad policial, uso excesivo de fuerza, además de detener y encarcelar a manifestantes pacíficos. Esa situación, que empezó hace unos cuatro años, empeora. Hoy, los juzgados acumulan docenas de expedientes contra centenares de trabajadores y representantes sindicales por manifestarse o ir a la huelga. Además los fiscales piden cárcel para unas decenas de pacíficos ciudadanos cuyo ‘delito’ ha sido protestar y oponerse a las políticas de austeridad. También hay trabajadores que podrían entrar en prisión y alguno ya está encarcelado. Como en la dictadura franquista.
Democracia es más que votar cada cuatro años. Mucho más. Puede haber votaciones y, sin embargo, también autoritarismo. El autoritarismo del Partido Popular se manifiesta de modo especial en el sistemático desprecio de los derechos de la ciudadanía y en el recurso cada vez más frecuente de recurrir a la policía contra la ciudadanía, como en el caso de los desahucios. El informe del Comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa de 2014 ya denunció con dureza la actuación del gobierno, así como el uso de la crisis como pretexto, para violar derechos fundamentales de la infancia, de la gente mayor y de las personas que dependen de otras, por ejemplo. También constató la creciente criminalización de la ciudadanía que protesta.
Para los más viejos del lugar, que sufrieron la dictadura franquista en vivo y directo, el panorama huele cada vez más a fascismo rancio, a neofranquismo. La clase dirigente política europea, al servicio descarado del poder financiero, vacía la democracia. Un claro ejemplo: ocultar los términos del tratado comercial y de inversión (TTIP) que se negocia en secreto con E. U. Ante las presiones de la Eurocámara para conocer esa negociación escondida, la Comisión ha autorizado a los eurodiputados a leer parte de lo negociado.
No cabe duda de que los poderes europeos, gobiernos incluidos, no necesitan por ahora fascistas en escuadras de la porra para socavar el sistema democrático. Lo hacen prescindiendo de la ciudadanía, ignorándola, violando sus derechos y reprimiéndola con dureza cuando resiste y protesta. Vacían la democracia, porque la reducen a un decorado, una liturgia, una farsa.
Ese vaciado de la democracia conduce a Europa a un autoritarismo real y la convierte en un mal chiste. Porque la democracia no es una meta, sino el camino. O no hay democracia.
* Centro de
Colaboraciones Solidarias.