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Por Vanessa Barbara
Sao Paulo.– La hidroxicloroquina no es eficaz contra Covid-19. No, definitivamente no. Pero los brasileños todavía no están seguros. Después de todo, el otro día el primo de un amigo reenvió un titular en WhatsApp afirmando que todas las camas en cuidados intensivos en la ciudad de Miracatu están vacías porque el alcalde adoptó el “tratamiento temprano” del presidente Jair Bolsonaro, que consiste en hidroxicloroquina, ivermectina y azitromicina, para el Covid-19. Bueno, Miracatu no tiene hospital. Pero aún así, ¿cómo podemos estar seguros?
Esa es solo una de las docenas de noticias falsas sobre los tratamientos de Covid-19 que circulan en las redes sociales, incluida una que aboga por la hidroxicloroquina “nebulizada”, la nueva obsesión de Bolsonaro. Más de un año después de la pandemia, las afirmaciones falsas todavía se arremolinan. ¿Es cierto que las mascarillas reducen el flujo de oxígeno a los pulmones y pueden causar cáncer? ¿Es el coronavirus un arma biológica creada por China? ¿Qué pasa con la participación de Bill Gates, Mark Zuckerberg y George Soros? (Los verificadores de hechos han estado muy ocupados).
Incluso ahora, después de la muerte de medio millón de ciudadanos, los brasileños están transmitiendo reclamos delirantes de que los hospitales están vacíos y la gente está siendo enterrada viva para inflar las estadísticas del coronavirus. El año pasado, a medida que aumentaban las muertes diarias, abundaban las historias sobre ataúdes vacíos y entierros ficticios. Es casi como si los brasileños no pudieran –no quisieran– aceptar que las cosas realmente pudieran ir tan mal y se refugiaran en la paranoia, la sospecha y la conspiración. En esto, por supuesto, tenían una guía: Bolsonaro, en todo momento, ha tratado de difundir supercherías y desinformación.
Quizás esto suene familiar. Después de todo, ¿no son las noticias falsas y la negación de Covid problemas globales? Pero hay algo especial en Brasil. Un grupo interdisciplinario de investigadores brasileños encontró no solo que el país tiene el mayor número de afirmaciones falsas del mundo –solo India y Estados Unidos tienen más– sino también que la desinformación de Brasil está notablemente aislada de otros países. Esto podría ser, concluyen los investigadores, “una fuerte evidencia de que el país se está distanciando del debate científico en curso”.
Durante los últimos meses, como era de esperar, ha proliferado la información errónea sobre las vacunas: aparentemente, las vacunas pueden causar 10 tipos de cáncer, infertilidad, enfermedades autoinmunes, pensamientos suicidas, ataques cardíacos, reacciones alérgicas, ceguera y “homosexualidad”. Podrían alterar nuestro código genético. Vienen con un microchip (o nanobots) para recopilar nuestros datos biométricos. Y a menudo se elaboran con células de fetos abortados.
“Es como elegir de qué lado de la Tierra plana vamos a saltar”, dijo la Dra. Luana Araújo, médica de enfermedades infecciosas, durante la investigación parlamentaria sobre el manejo de la pandemia por parte del gobierno. Podría haber estado describiendo cualquiera de nuestras extrañas creencias. Pero se refería a la promoción persistente de nuestro gobierno de medicamentos ineficaces para prevenir o curar el Covid-19. Y ese es el meollo del problema: cuando el propio presidente, con la ayuda del aparato estatal, comparte constantemente información falsa sobre la pandemia, no se puede esperar que las personas sean escépticas cuando se les dice que el té boldo puede curar Covid en tres horas.
Ante la ausencia de una campaña de información pública sobre el virus, para la cual no hay necesidad, según dijo recientemente Bolsonaro, porque “todos saben lo que está sucediendo”, muchos brasileños se ven obligados a confiar en la información parcial disponible en las plataformas de redes sociales. Eso les da un poder enorme a quienes venden noticias falsas.
Investigaciones recientes revelaron que casi uno de cada cuatro brasileños, siguiendo el ejemplo de su presidente, cuya respuesta a la prueba positiva fue tomar hidroxicloroquina, tomó algún medicamento “como tratamiento temprano” para Covid-19. En comparación, sólo el 13 por ciento de los brasileños están completamente vacunados.
Pero hay límites para los poderes de sugestión del Sr. Bolsonaro. A pesar de sus mejores esfuerzos, hay un hecho que no puede borrar: el virus ha cobrado la vida de más de 520.000 brasileños