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Columnistas | PUBLICADO EL 15 enero 2021

El papel del libro

Por Jorge Enrique Arango M.

jotaran@une.net.co

La tradición, que desde tiempos inmemoriales pasaba de generación a generación, por fin empezó a encontrar reposo hace unos 5.000 años; primero en piedras, arcillas, luego en papiros, pergaminos y pieles hasta llegar al invento chino del papel. Así transitamos de la prehistoria a la historia.

Las recitaciones y cantos que se transmitían de memoria, las narraciones que podían variar por olvidos intencionales o involuntarios, se estamparon y por fin quedaron fijos en el tiempo, sirviendo de evidencia incontrovertible y quizás eterna de creencias y sucesos. Entonces nació la documentación histórica escrita.

Ya en la Edad Media los manuscritos monacales convertidos en “códices” se apropiaron de la reproducción de manera lenta y cuidadosamente seleccionada del conocimiento escrito. Siguió el matrimonio de la imprenta y del papel por los lados del año de 1440, dando vida al libro impreso masivamente para abrir las puertas del saber a todo el que aprendiese a leer, de esta forma se terminó con el monopolio de los sabios dueños y custodios de la cultura.

En nuestro tiempo, la tecnología dio un enorme salto y hoy es claro que al libro de papel y a la biblioteca física les surgió como competencia lo que denominamos como libro digital y motor de búsqueda, ambos disponibles en internet. Se abre entonces la discusión de nunca acabar, y ojalá que nunca se termine, sobre cuáles prevalecerán o si podrán coexistir para siempre. Stephen Fry, conocido actor y comediante británico, aportó una magnífica frase para añadir más elementos al tema: «Los libros no están más amenazados por Kindle que las escaleras por los ascensores».

Es posible que para muchas personas el contacto con el papel sea una especie de vínculo emocional con la lectura, que la biblioteca proporcione un entorno lleno de libros propicio para leer y estudiar, que ofrezca seguridad y confianza por su existencia física, y por lo tanto permanezca. De otro lado probablemente serán cada vez más quienes encontrarán ventajas en el almacenamiento inmenso de un dispositivo electrónico y su facilidad de portarlo.

Sin duda lo que permanecerá para siempre será la lectura. Cualquiera que sea su forma física o digital, el “papel” del libro seguirá siendo mantener el saber y la cultura, guardar el tesoro del conocimiento humano. Leer es un ejercicio que da paso a la comprensión, el análisis y la reflexión. En estos tiempos de confinamiento es muy apropiado aprender a leer en el amplio sentido de la palabra, cambiar los videojuegos y las series por la paz de la lectura

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