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Columnistas | PUBLICADO EL 24 septiembre 2022

“El monstruo de Guarne”

La atención en salud mental no puede frenarse por decisiones políticas o administrativas. La intervención sicológica temprana y oportuna debe ser una prioridad.

Hace unos años asumí la defensa de Jaime Iván Martínez Betancur, conocido como el “monstruo de Guarne”. Antes de iniciar la audiencia, este hombre fornido y serio me confesó que había estrangulado a su compañera, a sus dos hijastros y a la amiga de su compañera, que le hacía los cuartos con otro hombre.

Inmediatamente pensé: necesito conocer los antecedentes familiares y personales de este hombre. No fue normal su confesión rápida y fría; empecé a considerar que podía tratarse de un inimputable.

¿Cómo afecta la niñez de una persona su comportamiento de adulto? ¿Cómo afecta la relación de los padres a ese menor? Esta es la historia de Jaime Iván, quien me contó su vida de niño.

Era el quinto de siete hermanos, no recuerda haber tenido niñez. Despertaba muy temprano, tomaba aguapanela, a veces iba a la escuela y llegaba a cargar caña y a lidiar bestias; su padre era quien daba las órdenes.

Fue un niño sometido a trabajo duro por parte de su padre, recuerda que siempre se contenía para no llorar ante los fuertes castigos que recibía. Nunca recibió amor de su papá y su madre era otra víctima de violencia en el hogar, hacía más que aguantar.

Su padre llegaba borracho a pegarle a su madre sin razón alguna, y cuando él veía esa escena lo consumía la impotencia; se desquitaba despescuezando los pollos, llegaba el castigo... su padre lo cogía de los brazos y le clavaba alfileres debajo de las uñas hasta que viera que llorara.

A sus cinco años, el castigo ya no fue físico, sino sicológico: lo obligó a ponerse el vestido de su hermana, se lo llevó al pueblo y le exigió quitarse los calzoncillos; frente a todos los espectadores, mientras el niño caminaba, su papá levantaba el vestido con un bastón para avergonzarlo frente al público.

Cuando le pregunté si tenía historia clínica para llevar su caso a medicina legal, me respondió que a sus 45 años jamás había ido al médico y nunca había visto a un sicólogo. ¡Era increíble este hombre! Jamás recibió ayuda profesional para su problema.

Para la sicología y la sociología, el ambiente y entorno donde crezca un niño es determinante para su desarrollo. Lo que recibimos en la primera infancia es fundamental para un sano desarrollo físico y mental. Si un niño recibe amor y cuidado, podrá dar a su entorno eso que recibió; si, por el contrario, no recibe amor, será muy difícil darlo, pues nunca lo conoció.

Me pregunto entonces, ¿qué podemos hacer como ciudadanos por la salud mental de nuestros niños? Hace unos días el Sindicato de Directivos Docentes denunció el cambio de personal en sicología que hizo la Alcaldía de Medellín. 40 sicólogos, algunos con más de 6 años de antigüedad, atendían procesos con estudiantes de acuerdo con sus trastornos y sabían cómo continuar.

La atención en salud mental no puede frenarse por decisiones políticas o administrativas. La intervención sicológica temprana y oportuna debe ser una prioridad.

Jaime Iván nunca tuvo atención sicológica; este niño creció en un ambiente hostil, lleno de odio, miedo y maltrato; la falta de atención hizo de este niño un hombre que no pudo dar amor. Mi defendido fue condenado a 42 años de prisión 

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