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Columnistas | PUBLICADO EL 23 octubre 2020

El mandamiento del amor

Por hernando uribe c., OCD*hernandouribe@une.net.co

El coronavirus, pavoroso enemigo invisible, ha hecho de esta primera parte del siglo XXI, debido al tapabocas, un mundo fantasmal, en que la incertidumbre parece no tener fin a pesar del avance vertiginoso de la ciencia y la técnica, demostrándonos en tono desafiante la pequeñez de nuestra grandeza.

Momento propicio para detenernos en la carrera loca que llevamos, haciendo de la creación el esclavo de nuestra codicia, el dios Dinero. El cambio de actitud ante la realidad se impone sin cesar. El desafío a demostrarle la grandeza de nuestra pequeñez con el señorío del amor.

En la Biblia encontramos una afirmación inspiradora en grado sumo por su simplicidad y profundidad. “Dios es amor: y el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor” (1 Jn 4,16.8).

Dios es amor y por ser amor sale de sí mismo a crear criaturas de amor. El amor es el distintivo de todo, fruto del amor del Creador. El amor es el modo como la Divina Providencia vive en mí. Maestro admirable, San Francisco de Asís “era un místico y un peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo” (Laudato si 10).

Por ser imagen y semejanza de Dios, que es Amor, el hombre está llamado a ser criatura de amor, de modo que el amor determina su identidad. Amo cuando hago unidad conmigo mismo, con los demás, con el cosmos y con Dios. Y hacer unidad es cultivar sentimientos inspirados en el amor: paz, alegría, confianza, fortaleza, acogida, generosidad, solidaridad. Actitud que tiene un largo camino por recorrer en este siglo XXI. El verdadero fruto que debe dejarnos la pandemia.

Lo que respondió Jesús a un doctor de la ley que le preguntó por el mandamiento más importante de la ley tiene vigencia perdurable. “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento” Y agrega: “El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas” (Mt 22, 37-40).

El amor a mí mismo es el punto de referencia del amor al prójimo. En este mundo fantasmal de la pandemia, tomo la decisión de cultivar solo sentimientos de amor, y así amar a mi prójimo como fruto espontáneo de mi amor a mí mismo.

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