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Columnistas | PUBLICADO EL 13 octubre 2022

El largo invierno que nos espera

¿Qué debería hacer Petro para no empeorar las cosas? Generar certidumbre, cuanta más, mejor. Todo lo contrario de las dudas que introduce su ministra de Minas, Irene Vélez, a la que se le va la fuerza por la boca.

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  • El largo invierno que nos espera
Por Humberto Montero - hmontero@larazon.es

Gustavo Petro no lo ha tenido fácil. Utilizo el pasado porque, con la que está cayendo y el aguacero que nos queda hasta que escampe, dudo mucho que pueda poner en marcha una cuarta parte de sus propuestas. Conque no empeore la cosa, es suficiente para amortizarlo. Aunque el FMI dio ayer por superado el pico de la inflación, lo cierto es que hasta en la siempre esquiva izquierda ya se admite que las cosas se presentan feas para rato. Lo digo por la parte que me toca, ya que esta misma semana varios miembros del Gobierno social-comunista de España se han puesto la venda antes que la herida frente a un invierno de los de Juego de Tronos o, mejor dicho, como los que vivía el “alter ego” de John Fante en “Espera a la primavera, Bandini”.

Aunque es cierto que el FMI ha mejorado en cinco décimas el crecimiento del PIB para este año en Latinoamérica (3,5 %), ha reducido en tres décimas la previsión para 2023 (1,7 %). Las dos principales economías latinoamericanas no tienen buena pinta. Brasil avanzará un 2,8 % en 2022 y solo un 1 % en 2023 (una mejora de 1,1 puntos en este año y un empeoramiento de una décima el próximo). Por su parte, la previsión para México es de un crecimiento del 2,1 % en 2022 y del 1,2 % en 2023, lo que implica una mejora de 1,1 puntos este año y una caída de una décima en 2023.

Colombia será la economía que liderará el crecimiento en la región, con una expansión del 7,6 % en 2022. Una cifra que agudiza aún más el desplome de 2023, donde el alza del PIB se queda en el 2,2 %. Desde luego, Colombia presentará mejores cifras que economías parejas como Chile, donde se proyecta un crecimiento del 2 % para este año y una caída del 1 % en 2023, y Perú, donde habrá un alza del 2,7 % este año y del 2,6 % el que viene. Y, desde luego, mucho mejor que las cifras de Argentina y Venezuela, donde la inflación crecerá un 72,4 % y un 210 % este año, respectivamente. Sin embargo, el desempleo se estancará en Colombia en el 11,3 % en 2022 y el 11,1 % en 2023.

¿Qué debería hacer Petro para no empeorar las cosas? Generar certidumbre, cuanta más, mejor. Todo lo contrario de las dudas que introduce su ministra de Minas, Irene Vélez, a la que se le va la fuerza por la boca en lugar de emplearse en diversificar el “mix” energético y ayudar a que el país saque el mayor y mejor jugo a sus recursos propios, algo que por suerte tiene en abundancia.

Petro proyecta una inflación que oscilará entre el 10 % y el 10,5 % al cierre de 2022. Una barbaridad, pues comparada con la española (estimada por el Gobierno de Sánchez en el 8,5 % a cierre de ejercicio, con una dependencia energética del exterior absoluta) la colombiana será hasta dos puntos superior pese a disponer de recursos energéticos propios (casi el 99 % de la capacidad instalada de generación eléctrica es hidráulica y térmica), con autoabastecimiento prácticamente total de petróleo y gas si se mantienen las inversiones, y capacidad exportadora. Lo contrario, como ha advertido la Asociación Colombiana de Petróleo y Gas obligará a importar gas en 2026 y crudo en 2028.

Predictibilidad y equilibrio, conservar para progresar, esa debería ser la receta. No hay más que ver el giro que ha tenido que dar Europa: de paladín ecológico a reabrir centrales de carbón en Alemania y Polonia, y pasar a considerar el gas y la nuclear “verdes”

Humberto Montero

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